Un gran día el de hoy,
amigos: Día de la familia.
Un breve relato
Un hombre, importante ejecutivo en sus años jóvenes, había
ocupado cargos de gran responsabilidad, relacionándose con altas esferas
sociales y con vida de altura que le permitía vivir con holgura en placeres e
intrascendencias. Llegado el tiempo de
su jubilación, sintiéndose alejado y olvidado de todos, notó cómo lo invadía
una gran depresión: había perdido trabajo, amigos, viajes, fiestas, dinero,
mujeres... Recluido en su casa, cada mañana, al despertar, se notaba tan
deprimido que acudió a una afamada doctora. Ella, experta veterana de la
medicina y del conocimiento del ser humano, le dijo: no, no lo ha perdido todo: tiene hijos, nietos, mujer, tiene familia.
El hombre, melancólico, comprendiendo la causa de sus males, contestó: no, doctora; no tengo ninguna de esas cosas.
¡Ojala así fuera!, pero todo lo perdí, cuando era tiempo de ganarlo.
Albert Camus tiene una frase que hago mía, a poco
que rememore mi infancia: El espléndido calor que reinó sobre mi infancia me ha
privado de todo resentimiento.
Sí, cuando los hijos
crecen al cálido rescoldo de una familia unida, tolerante, dialogante… los
hijos crecen sin tener que abrirse paso a golpes. Luego sus vidas serán lagos
en calma por muchas tempestades que les rodeen.
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