Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

27 sept 2018

¡Pobre gato!

  


 Era un día de verano en la playa. 
Como si su caminar fuera un lento y tembloroso expirar, llegó hasta mí, al atardecer, en revuelo de olas, gaviotas y barcos, un pobre gato. Me miró, lo miré y, ¡qué dolor! vi vacío su ojo derecho.
Perpleja no entendía: ¿qué te pasa, hermano gato? Un leve maullido y lo entendí: de una pedrada le habían reventado un ojo. Lo acaricié y remolón y perezoso, sin quejas, sin reproches, moribundo de dolor, se dejó caer sobre mis zapatos.
En mi cabeza preguntas sin respuestas: ¿por qué tanta maldad? ¿por qué tanto odio? ¿cómo es posible que exista el placer de hacer daño? ¿Será que somos ruines monstruos, seres caídos de algún extraño planeta?

 Tarde muy triste que no podré olvidar, tarde para recordar y que para embellecer los momentos, recuerde los versos del estadounidense W. Whitman 
Coged las rosas mientras podáis
veloz el tiempo vuela. 
La misma flor que hoy admiráis, 
mañana estará muerta...

Sí, amigos, acariciemos dolores, seamos ternura y amor, hoy, porque veloz el tiempo pasa, y mañana, tal vez, nos falten manos, pies, nos falte…, pues, eso: vida.

24 sept 2018

LA CACERÍA

Preciosa luna entre las plantas d mi terraza


DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
ISABEL AGÜERA
Ya estamos en otoño. No obstante, la cara del verano persiste y de ahí esta última lectura de lo que nos queda de este prologado veranillo.
En el Evangelio de San Mateo, los apósteles preguntan a Jesús por qué habla en parábolas. Él responde: «Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden».
De ahí que mi artículo de hoy sea una parábola para el que quiera y sepa entender, que sepa y entienda.
En un pueblo organizaron, a nivel nacional, una gran cacería, cuyo trofeo como premio era de incalculable valor. De ahí que acudieran los más afamados cazadores del país que amigablemente se saludaban y se deseaban lo mejor. Llegada la hora, y conocedores de sus respectivos puestos, el chasquido de la cuerna fue la fogosa salida de cazadores. Pasados unos instantes, entre ladridos de perros y atronadores sonidos ininterrumpidos de tiros, el jurado aventuraba una excelente cosecha de piezas alcanzadas. Pasaron las horas, y los disparos y ladridos de perros amainaban en presagios del final del día. A la caída de la tarde, la cuerna daba por terminada la cacería.
En una gran explanada de la finca, el jurado esperaba impaciente, el resultado en piezas alcanzadas, pero pasaba el tiempo y solo se escuchaba el ligero movimiento de zarzas, pinares, arbustos y fronda del lugar que el viento suavemente agitaba. No entendiendo qué pasaba, operarios de la organización se lanzaron a la búsqueda de cazadores. Atónitos, encontraron a todos muertos por tiros de rifles. Sí, en torno a lograr el trofeo, se habían ido eliminando unos a otros hasta quedar todos muertos.
El que tenga oídos y vista que oiga y vea qué cacería estamos celebrando, hoy, en España.

YA stamos en el otoño



Sí, aunque no lo parezca, ya  estamos en el otoño.  Y hojas que caen, y pájaros que emigran, y tormentas, chaparrones, recuerdos, nostalgia, música, sí, remanso de agua calma, cálidas notas que se escapan de la lira que quiere ser mi canción.
Árboles amarillos sobre el verde pardo del jardín. Fresca brisa que enmudece  savias y aviva raíces en oscuridades profundas.
Llega el pardo de las hojas, ya, filigrana de nubes, ya.
Aquí, en este jardín de sol tras la lluvia, nítidas voces de niños en juegos lejanos. Huellas sobre el albero. Paseos abandonados… Abrazo de ramas gigantes en despedida...
Un tren,  dos trenes... Más trenes.
Y en este mi solitario bosque de felicidad, un puñado de diáfanos paisajes,
nevada colmena que late por las celdillas, mieles de mi corazón,  que se avientan y  tornan ecos, voces de ayer que no logran acallar, este torrente de  emociones que me vibran, como repique de campanas, en el alma.
Ya estamos en el otoño, Y mi vida anclada en plácida orilla de un mar
que dejando atrás oscuridades sólo mueve brisas y entona himnos  a la belleza oculta de las cosas  en esta hora de quietud,  en esta hora de visajes, interrogantes, contrastes,  en esta hora de profundas reflexiones. En esta hora de vida y muerte.
Sí, aunque no lo parezca, ya estamos en el otoño

 


21 sept 2018

DÍA INTERNACIONAL DEL ALZHEIMER

Ayer, se me pasó el Día Internacional del Alzheimer que se celebra mundialmente el 21 de septiembre. De ahí que haya vuelto a copiar de mi obra “Micro-relatos en un Tris” el  

CAMINOS ROTOS
Él, anciano de pelo muy cano que le rebasaba el ala de un  destartalado sombrero,  mirada grande, palabras pacientes, tiernas, murmullo de caricias infinitas. Pasos cortos, torpes, macilentos, viejos… Manos deformadas por una galopante artrosis que apenas le permitía sostener un vaso de agua...  
Ella, diagnosticada de  alzhéimer,  rebosante de carnes blandas, en un sillón de ruedas, apenas hablaba, apenas se movía, apenas rastro de ser humano, bulto vegetal que, de vez en cuando, mascullaba ininteligible y agrios  sonidos en los que solo medio se entendía el nombre de sus hijos.
Él y ella, inquilinos, por caridad, de una mísera habitación por casa. Matrimonio de toda una vida, cargados de hijos, en soledad y abandono, convivían.
Ella, estática, eclipsada, perdida…,  ¡sabe Dios!  a veces nerviosa, con evidentes temblores que, en más de una ocasión, habían dado con ella en el suelo.
Él, amor a flor de piel escuchaba y respondía a sus exigentes silencios e incansables urgencias: sí,  ya te voy a dar de comer, ya te voy a lavar, a peinar, a poner guapa. ¡Ya voy! ¡Ya mismo voy! ¡Tranquilita que ya voy!

Él y ella, a veces, en silencio, se miraban, como queriendo reverberar,  con fervor de lágrimas, en instantes de lucidez y complicidad, migajas de recuerdos, voces ahogadas, silencios de años, hijos ausentes..., caminos rotos…

Seamos solidarios con  padres, amigos, conocidos, etc, que sufren o tienen en casa,algún enfermo de esta maldita enfermedad que mañana puede ser nuestra.

13 sept 2018

Néctar de la vida

ALGUNOS FRAGMENTOS D MI OBRA NÉCTAR DE LA VIDA


 EN el silencio de mi casa escucho cómo el viento, golpea,   la puerta del lavadero. ¡Y lo escucho con gusto! Es como si se acentuara el silencio. Es como si hubiera supervivido a una hecatombe, y no quisiera detener el único resquicio de movimiento  que me acompaña.

UN día, buceé en mis profundidades, revestida de soledad, de silencios... Sin más armas que mi verdad crecida en los vaivenes del camino, y allí, creando mi vida en cada instante, sacándome de mi repetida nada, alumbrando mis muchas oscuridades, revistiendo de amor mis alientos, ¡allí, sí, allí  no estaba yo sola, allí, había un  DIOS!

AQUÍ, frente al mar, en este camino blanco que la luna llena abre, estoy. ¡Cuánta belleza...!  ¡Detente mar...! ¡Detente, luna...!
¡Que las olas corran por el mundo y se tornen abrazos de paz! ¡Que mis brazos se alarguen al amigo y colmen de ternura su alma!
No quiero perder este atajo de luna y mar por donde mis pasos caminan, sin miedo, y se emigran, persiguiendo un sueño.  ¿Me moriré siendo ingenua? ¿Me moriré siendo sabia?  ¡Me es indiferente, creo! ¡Ahora, sólo mar y luna!, ¡y yo!
                                                  
¡NO te vayas, avecilla de los mares! Te veo y me veo, surcando noches y días  en tempestad y calma, siempre dibujo de un horizonte  donde  cielo y mar, nos   guía...
No te vayas, y si te vas, espera: ¡Me voy contigo! No a la soledad, no a la noche.
Sobre esta fría pantalla deposito un beso, dos, tres... ¡muchos besos!, cuando, desde el otro lado, alguien me escribe. Sí, alguien que existe, que guarda, como yo… ¡tantas lágrimas!
Sí, yo también estoy sola, deprimida...
¿pervertida, insatisfecha, frustrada..?

Amigos del blog: Para vosotros, compañeros  de tantas días, años…,  tan sólo soy un nombre más en este inmenso paisaje por donde todos caminamos. Pero no sois tan anónimos para mí porque noto cómo me late el amor, la compasión… Cómo entiendo que, unos y otros somos... sí, todos pobres náufragos de un sólo día: de éste.
Y es por eso que mis brazos se alargan, y mi alma se conmueve ante tal desfile de nombres... ¡Suerte, amigos, mucha suerte!  Alguien os mira, y os ve. Alguien os escucha.

Alguien...  ¡Qué impotencia!