Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

9 sept 2018

Mujer puta

Estaba allí, sentada sobre una vieja bufanda de cuadros rojos comidos por el tiempo, almohadilla de largas horas sobre el duro asiento de un banco en la estación  del tren que yo esperaba.
Unos cincuenta años cargados de   marchita y envejecida piel. Uñas largas de un rojo insultante en manos duras y dedos deformes,  tacones altos y finos, camiseta receñida de brillantinas, ridícula minifalda que dejaba al descubierto carnes  macilentas de unas piernas mal depiladas.  Intenso olor, extraño perfume, mareante e impertinente. Ella, cuerpo veterano del oficio, se erguía lujuriosa en manidos  ademanes al paso de los hombres.
Un trasunte, ojos teñidos de un rojo vicioso, cuerpo voluminoso y flácido, olor viejo, revoltijo de vino y tabaco, en murmullo de palabras soeces, se le acercó. Husmeándola como animal hambriento ante su presa, exclamó con malos y de un medio empujón: ¡vamos, puta!
Se alejaron. Antes de perderse en el recodo de una noche negra, muy negra, ella, con un pequeño envoltorio de nada, colgado de sus brazo, volvió la cabeza: su mirada y la mía se cruzaron en un zig-zag de preguntas sin respuestas perdidas para siempre: ¿por qué ella carne de pecado, de comercio, de ascos sociales, de reproches y desprecios? ¿Por qué yo, viajera con maleta cargada de ilusiones, proyectos, bien arreglada, bien vista, bien esperada y respetada?

Aquel día de mis años muy jóvenes no lo sabía; hoy, sí: familia, educación, iglesia, sociedad, todos, sí, tú y yo.

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