Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

26 oct 2018

YA ESTAMOS EN ELOTOÑO




Ya esamos en el otoño. Y

 hojas que caen, y pájaros 

que emigran, y tormentas, 

chaparrones, recuerdos, 

nostalgia, música, sí,  remanso de agua calma, cálidas notas que se escapan de la lira que 

quiere ser mi canción.


Árboles amarillos sobre el verde pardo del jardín. Fresca brisa que enmudece  savias y aviva 
raíces en oscuridades profundas.
Llega el pardo de las hojas, ya, filigrana de nubes, ya.
Aquí, en este jardín de sol tras la lluvia, nítidas voces de niños en juegos lejanos. Huellas sobre el albero. Paseos abandonados… Abrazo de ramas gigantes en despedida...
Un tren,  dos trenes... Más trenes.
Y en este mi solitario bosque de felicidad, un puñado de diáfanos paisajes,
nevada colmena que late por las celdillas, mieles de mi corazón,  que se avientan y  tornan ecos, voces de ayer que no logran acallar, este torrente de  emociones que me vibran, como repique de campanas, en el alma.
Ya estamos en el otoño, Y mi vida anclada en plácida orilla de un mar
que dejando atrás oscuridades sólo mueve brisas y entona himnos  a la belleza oculta de las cosas  en esta hora de quietud,  en esta hora de visajes, interrogantes, contrastes,  en esta hora de profundas reflexiones. En esta hora de vida y muerte.
Sí, aunque no lo parezca, ya estamos en el otoño


 



18 oct 2018

Dicen, mi niño


Hoy, amigos, os  escribo un artículo de educación, porque lo creo de interés para todos. Sí, todos tenemos que esforzarnos por lograr la felicidad de nuestros niños, ante todo y sobre todo.
La creatividad -dice Einstein, y yo también lo digo- es la inteligencia divirtiéndose, Y no se trata d ehacer cosas distintas sino de hacerlas de otra manera.



 DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN

Dicen, mi niño, que eres listo, pero que estudias poco, que atiendes menos, que suspendes exámenes, que juegas en clase, que hablas, te ríes, que no te concentras, que reniegas de las tareas, que te cansas rápido de estudiar, que eres hiperactivo, que no sueltas el móvil, que eres desordenado, que eres desobediente... 
Dicen que es tiempo de ir a clase de música, baile, deportes, inglés, etcétera. Dicen que es tiempo de catequesis, tiempo de confesiones y comuniones, tiempo de madrugar, tiempo de correr que llegas tarde, tiempo de ser el mejor...
Dicen que no sabes la tablas, los verbos, los ríos, los límites de España...
¡Qué pena me das, mi niño! ¿Alguien te habló alguna vez de la felicidad? ¿Alguien alguna vez se interesó por conocer tus gustos, intereses, aficiones...? ¿Alguien alguna vez se preocupó de enseñarte a pensar, a opinar, a escuchar, a mirar y ver el mundo más allá de ese círculo de obligaciones y responsabilidades que tanto pesan sobre tus débiles espaldas e incluso sobre las mías?
¿Alguien, alguna vez, te habló de libertad, solidaridad, amor...?
Tú, mi niño, tal y como yo te veo, eres un micro universo, cuajado de estrellas que los mayores vamos apagando en la torpe creencia de que las van encendiendo.
Tú, mi niño,   eres como una pequeña planta que hay que regar, abonar, podar, limpiar de las malas hierbas, cuidar cada día y proteger de las intemperies y con paciencia esperar el fruto.
¡Qué fracaso el de la Administración que hace de ti un montón de estadísticas, de exigencias en papeles! ¡Qué fracaso el de padres y mayores que, olvidados de tus pocos años, contribuimos a ellos en lugar de revelamos y luchar por tachar de tu vida las palabras que tan mal te definen! Mi niño precioso. ¡Qué antorcha de luz y esperanza veo en la transparente inocencia de tus lindos ojos! 
Esta maestra que tanto trabajó, y tanto  lucho por hacer de ti un futuro creativo, ilusionante, preparado, capacitado para la improvisación y adaptación a nuestros tiempos y a nuestro mundo,  te dice, hoy: no te  recluyas en las posibilidades de un móvil o un ordenador, vive, mi niño, sueña, sé feliz y no permitas nunca que las manos de  malos alfareros te modelen a su gusto. 
No lo veré, pero llegará un día que emergerá la luz del juicio sensato que devuelva a los niños su condición de niños y sean ellos los verdaderos y auténticos protagonistas de la educación y no papeles y exigencias de todos que, por exceso o por defecto, se olvidan de que eres un niño,



1 oct 2018

Día Internacional de las personas mayores


Cuando sólo tenía doce años, por mi cuenta, en silencio y soledad, allá en mi pueblo, me impuse la obligación de cuidar a una anciana que enferma yacía medio inválida en un camastro. Por casa, una buhardilla sucia y abandonada.
Cada tarde, al salir del colegio, corría con mi merienda en el bolsillo. La anciana,   arrugada como una pasa, con lagos y pobres cabellos blancos, desdentada, maloliente... me inspiraba tales  contradictorios sentimientos que, en mi enorme impotencia, ni entendía ni sabía encauzar.
No obstante, le hacía la cama, la peinaba, le daba algo de comer -siempre de lo que yo llevaba - y la acompañaba.
Me pregunto siempre cómo pude hacerlo. Era tan sólo  una niña. Y la respuesta creo que no es otra que ésta: a pesar de mis pocos años y de mi gran inexperiencia intuía una urgencia: atender a los marginados y, en aquel caso, entonces, y en muchos, ahora, los mayores son objeto de marginación y olvido. Y si es verdad que tal vez el problema de la pobreza no lo sea actualmente tanto, sí lo sigue siendo, y en buena parte, la poca atención que se les presta.
Un mayor debería ser un lujo para la familia, porque nada más tierno, más entrañable, más acogedor que los padres, los abuelos...Por desgracia, más bien son un estorbo, un problema y a veces, como decían ayer en la televisión, objeto de malos tratos por los propios familiares. Es cierto que las capacidades disminuyen y el mayor pierde oído, vista, memoria, agilidad .... , etc. Y se siente solo en su deseo de no molestar, de no importunar, pero, qué pena, cuando, sin entender  la impotencia y soledad que sufren, les recriminamos sus deficiencias: no oyes, no ves, se te olvidan las cosas, etc. etc. Quiero creer que no somos conscientes de que con esas cosas reforzamos sus inevitables achaques.
Reflexionemos y no olvidemos que nos dieron la vida, nos dieron su tiempo, su total atención, nos dieron alimentos, educación, pasaron noches, muchas, velando nuestras enfermedades, privándose de todo por darnos lo mejor, trabajando sin descanso para que no nos faltara lo necesario...
Por favor, ayudémosle a superar sus horas tan bajas, haciéndoles subir la autoestima, haciéndolos útiles para algo,  visitándolos, regalándoles, llamándolos por teléfono, prestándonos a suplir sus muchas necesidades, prestando atención a lo que dicen, contando con ellos en todo lo posible... Nadie en el mundo nos  querrá como nos quieren ellos.
Amigos, como los vemos, nos veremos, y será tarde para hacer aquello que dejamos de hacer por ellos.