Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

28 abr 2011

Aniversario

                                                         POSTAL Nº 2

Postal N1 Aniversario


Veintiún años del fallecimiento del hombre que fue mi marido. Aniversario que deseo compartir con mis amigos en cinco postales que iré insertando cada día. Gracias.



  

26 abr 2011

PROSA POÉTICA



                                                         Fraile de la veleta
Mi casa, este rincón del mundo, este solitario bosque de felicidad, tiene voz que  entona canciones de amor a mis sueños de niña que hoy como ayer sigue empeñada en bordar la sutil luz de un relámpago. 
Aquí, como entonces, bajo la fotinia, ayer, de aquel jardín que fue mi casa, de cara al frailecillo loco de la veleta, frente al palomar, sigo empeñada, hoy, en descifrar misterios, perdida entre malvas, perdida en el inmenso prado de la vida
Dime fraile loco, veleta de tantos vientos, ¿Por qué no cesas en tus devaneos con todos los aires que soplan y pactas con la hora calma?
¿Por qué te empeñas en hacerme creer que vives?  No, no me asustas.
Tú tan sólo eres un muñeco a merced de un amo. Un grotesco fantasma, marioneta de soplos caprichosos. Puede, ahora que lo pienso, que tan sólo trates de llamar mi atención con tus coquetos balanceos.
Bueno, si es así, te miro, te veo… Sí, te quiero; no te borraré de mis recuerdos, fraile loco. Tú formas parte de los ecos, de la vida, de la canción que cada amanecer me susurra por el alma. Y que un día entoné hechizada por el azul crecido en la plenitud de mi soledad y se prendieron en mí para siempre.
Allí, entre enredaderas, te miraba, te sonreía, te soñaba…
Y yo era niña de cuentos, niña de magia y secretos, niña de cristalitos y pétalos de rosa, niña de pajaritas de papel y muñecas de trapo…
Yo era niña, entonces, y ahora, crecida, más que por  años, por momentos, torrentes de la vida, me siento caminante cansado, me siento soledad y olvido.
¡Poca, muy poca cosa! Yo creo, veleta de mi infancia, que aquella niña sigue hoy, cantarillo que, sin rencor se llena de esperanza, de emoción infinita al oler la rosa, al oír el viento, al ver cómo pasan las nubes…
Emoción y esperanza que me nació allí, entre enredaderas y flores, en un bello jardín, acariciando siempre un mágico sueño.
 

23 abr 2011

Domingo de Resurrección



 Es inenarrable el sentimiento de emoción que me embarga cada año, cuando amanece el domingo de Resurrección, entre olores de azahar, celindas, lirios... flores nuevas, en definitiva, entre esta brisa que en sutil percepción reverbera desfiles procesionales, días de Pasión...
Es salgo así como si  desplegara de la tierra y me elevara  a la búsqueda de un  eterno abrazo con el universo infinito. ¡Qué paz! ¡Que amor! ¡Qué misterio! A veces casi reclamamos, exigimos pruebas a Dios para medio creer en Él, y las hay, sólo que  necesitamos elevarnos por encima de lo material para descubrirlas, porque están ahí, rodeando nuestro cuello como abrazo de apasionado amante, y están ahí, tan pegadas a nuestras vidas que ni siquiera las reconocemos. Sucede que nos cegamos en la inútil espera de  sucesos extraordinarios que podamos interpretar como llovidos del cielo y en respuestas a nuestros divinos desafíos.
Todo en torno mío duerme. Es la madrugada del domingo de Resurrección, y una especie de plegaria me escucho en los adentros. Gracias, Dios   por haberme dado capacidad de renacer en los difíciles momentos de mi vida y así poder continuar contemplando  las estrellas, la Osa mayor, aquel “carro” que papá me señalaba en las negras noches del jardín de casa. Gracias por resucitar en mí  cada mañana la capacidad de amar las mil cosas sencillas que descubro en los días.
La vida no es fácil, la vida, las más de las veces, es una pesada y punzante cuesta arriba. De ahí que cada día vayamos muriendo un poco, pero de ahí, sobre todo, que cada día tengamos que beber, sorbo a sorbo, el divino elixir del amor y  la esperanza, y resucitar, como resucita la primavera, como resucitan los pájaros cada año en sus nidos.
No quiero terminar sin transcribir unos versos de mi buen amigo R.M. Navarrete: “Quiero que existas, Dios / porque si Tú existes en algún lado /  se detendrá el reloj en la hora de siempre /  y daremos de nuevo cuerda al corazón parado.

Feliz Pacua, amigos

22 abr 2011

Viernes Santo




NAZARENO CON TEMBLOR DE CIRIOS

Tañe la campana del convento, y en las calles, en las casas, en las puertas... la tenue luz del alba comienza a desbaratar el  sutil halo de la madrugada.  Es Viernes Santo. Ya Jesús ha sido azotado, coronado de espinas, condenado... Ya,  nazareno que camina roto bajo el peso de la cruz, es sólo mirada que nos sale al paso en agonía y nos lacera el alma y nos silencia en palabras que se tornan suspiros y soledad en el esplendor  de luces en primavera. ¡Qué solos nos sentimos los hombres! ¡Qué grande Jesús Nazareno!

"¿Cómo a los hombres, Señor, sonríes / mientras sollozan tus sentidos / y te azotan los lívidos silbidos / que estampan la columna de rubí..? / ¿Cómo es posible que tu amor confíes / a los hombres, Señor, endurecidos Y cómo de tus labios doloridos / el ámbar dulce del perdón deslíes..?"

Nuestro Padre Jesús se dirige a la plaza. Allí la tradición y la historia  petrificadas en un ancestral castillo, allí, a mano de su túnica morada, las viejas aceñas del río, los tamujares del puente romano, los chispeantes murmullos de los modernos surtidores, allí, ante su Nazareno, puede escucharse  el sobrecogedor silencio de un pueblo que espera, que suspira, que, año tras año, espera expectante el encuentro con el apóstol amado, Juan, el encuentro con la mujer pecadora, María Magdalena, el encuentro, dolor y angustia, con su madre, Nuestra Señora de la Soledad.
Y cuántas lágrimas derramadas al repique del tambor! Son los recuerdos de otros tiempos, y son los años vividos en tradiciones que nos hicieron crecer en amor a nuestro pueblo, y son ausencias de seres  queridos que nos precedieron y que otros Viernes Santo, presencia viva, estaban allí, como están los naranjos, las cigüeñas, como sigue, y nos embriaga, el azahar en primavera.

"Lágrimas hay en el aire / reflejos de luna verde / mi Dios con temblor de cirios / por la calle viene"

Y la sentencia cantada se cumple, y el cuerpo ensangrentado de Cristo, sobre la cruz clavado, a hombros de briosa juventud, recorre las calles del pueblo que se torna alfombras de luto, mantillas, saetas, tambores, trompetas... Lloran el jardín del Lirio y las aceñas del Guadalquivir;  lloran mujeres y hombres; llora el mundo; se oscurece el sol. Dios ha muerto y un toque de queda nos conjura a velar con fervor, con esperanza, con amor, porque al tercer día, Cristo resucitará.

Pero el Viernes Santo es noche, y es silencio y es tremenda Soledad.

12 abr 2011

Mano a mano con Bécquer

  12/04/2011

¿Qué es poesía? dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Y tú me lo preguntas? No, señor Bécquer, yo no lo pregunto, yo, ¿te acuerdas cuando de pequeñita escribía aquellos versos que decían: Era mi casa un panal, era mi vida un sueño, era-? (qué cursi, ¿no?) Pues sí, aquí en Córdoba, Cosmopoétíca, poetas del mundo en nuestra ciudad.

Y ya ves, yo conversando contigo, tras ciento cuarenta y un años de tu muerte, contigo, romántico tardío --dicen-- y que... Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar, /y, otra vez, con el ala a sus cristales / jugando llamarán. Al alero de mi terraza siguen llamando, como lo sigue cada año la primavera, y yo repito tus versos y no te pregunto qué es poesía; lo sé.

Poesía son tus palabras que en silencio hacen que me sienta querida, mejor persona, transcendente, universal, casi etérea, casi divina. Poesía son tus palabras, más que escritas --la mejor poesía escrita es aquella que no se escribe-- sentidas, vividas al hilo de un éxtasis cósmico, existencial, palabras nacidas para dar fe de que no hay universidad válida para conceder título de poeta, sino que, más que palabras, son actos porque no es el ruido el que determina quiénes, como tú, son poetas de pura cepa.

Tus versos, sí, que, como lira de un apasionado amante, se escuchan, más que se leen, al oído y hacen temblar al alma. Qué hermoso es tras la lluvia /del triste otoño en la azulada tarde / de las húmedas flores el perfume aspirar...

Amigos cosmopoéticos: mi admiración y cariño. Con mis palabras, tal vez fuera del contexto de vuestra poesía, quiero sumarme a ese coro de voces y, alzando mi copa degustar en bares y tabernas de nuestra ciudad el singular cóctel vino-poesía. Pero permitirme la libertad de seguir sintiéndome becqueriana y que termine repitiendo lo que en el alma ansío: Por un beso, yo no sé qué te diera por un beso.

*Maestra y escritora

10 abr 2011

mini-relato

(DE MI OBRA ÉL ESTABA ALLÍ




Caminos Rotos
Él, anciano de pelo muy cano que le rebasaba el ala de un  destartalado sombrero,  mirada grande, palabras pacientes, tiernas, murmullo de caricias infinitas. Pasos cortos, torpes, macilentos, viejos… Manos agarrotadas por una galopante artrosis
Ella, rebosante de carnes blandas, en un sillón de ruedas, apenas hablaba, apenas se movía, apenas rastro de ser humano, bulto vegetal que, de vez en cuando, mascullaba ininteligible y agrios,  sonidos.  .
  Él y ella, inquilinos, por caridad, de una mísera habitación por casa. Matrimonio de toda una vida, cargados de hijos, en soledad y abandono, convivían.
Ella, estática, eclipsada, perdida… ¡Sabe Dios! 
Él, amor a flor de piel escuchaba y respondía a sus exigentes silencios e incansables urgencias: Sí,  ya te voy a dar de comer. Ya te voy a lavar, a peinar, a poner guapa. ¡Ya voy! ¡Ya mismo voy!
Él y ella, a veces, en silencio, se miraban, como queriendo reverberar,  con fervor de lágrimas, migajas de recuerdos, voces ahogadas, silencios de años, caminos rotos…

5 abr 2011

Aprendiendo a Envejecer


Recientemente trabajo en una obra, que, en principio, titulo: Aprender a Envejecer. De ella extraigo algunas frases que considero pueden servir de reflexión a cualquier edad.


Es necesario que los años no nos hagan caer en brazos de prejuicios, sino que hagamos prevalecer la sensatez necesaria para sabernos, si bien parte de un determinado grupo, únicos, personales y socialmente útiles.

No es más bello el amanecer que el ocaso. El nacimiento del día suele ser luminoso, brillante, casi insultante. La puesta de sol suele ir acompañada de nubes, arrastradas a lo largo de su recorrido, pero  irisadas  de  mágicas tonalidades  que estremecen el universo

El envejecimiento exitoso es un trabajo diario, es trabajo feliz, es un trabajo productivo que logra un enriquecimiento único y especial, que se define en términos de bienestar propio y satisfacción subjetiva, y que trasciende la edad biológica

La gran sinfonía de la vida deberá terminar en un gran final de paz y serenidad, de seguridad material y emocional así como de atención espiritual; y no con el golpe estridente de un tambor que se rompe o unos címbalos que se estrellan..

La vida es hermosa, a cualquier edad, si se sabe vivir pero también puede convertirse en un infierno. Hagamos de cada día un tiempo de alegría, sencillamente porque vivimos y vivir es todo. No esperemos a valorarlo en el último momento. Será demasiado tarde.

La vida es un corto paseo al atardecer de un bello día. Cada paso que damos es una pérdida  de juventud natural o física,  también puede y debe ser un renovar e incluso acrecentar nuestra juventud de espíritu.

Yo creo que hay distintas formas de vivir: como simple rueda o como bola de nieve. Las ruedas, ya se sabe, se desgastan con el camino, se enmohecen, oxidan, se tornan chillonas, se  astillan, se desbaratan y ni para leña sirven. Las bolas de nieve van creciendo con el rodaje, si bien arrastran y envuelven abrojos, guijarros, polvo, camino… Prefiero ser bola de nieve que, al derretirme, pueda limpiarse de impurezas, a ser rueda sin reciclaje posible
    
Desdramaticemos, arrojemos lejos de nosotros el miedo  a ciertas palabras que las consideramos los grandes fantasmas de nuestros días, palabras que rehusamos, que apartamos de nuestro vocabulario, y lo que es peor, queremos borrar del escenario de nuestras vidas porque son como el arcaduz  implacable de la  memoria que, sin tregua, nos recuerda cómo la juventud se aleja de nuestro horizonte, pero no todo está perdido; nos queda camino por recorrer.