Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

17 nov 2020

Cuerpo y mente

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN CUERPO Y MENTE ISABEL AGÜERA Hay cuestiones que son sumamente complejas y en las que yo no puedo entrar por razones obvias: no soy nada más que alguien que va entendiendo por experiencia lo que nos sucede a los seres humanos, y de la manera más sencilla entro a contarlo -no a explicarlo- porque en tiempos jóvenes pocas veces nos detenemos a pensar en cuestiones que vayan más allá de nuestros problemas actuales y de vivir lo mejor posible, pero el tiempo, los años son los grandes chivatos que poco a poco nos van dictando que no solo somos un cuerpo que trabaja, que se relaciona, que va y viene a dónde quiere y cuando quiere, que vive como le gusta sin que nadie le limite sus posibilidades, solo, eso sí, las posible enfermedades que sufrimos y hasta toleramos como algo pasajero, cuando en realidad lo son, pero llega un día que ese soporte físico que es nuestro cuerpo, por razones variopintas, pero sobre todo por los años, empieza a dar señales de averías a las que, al principio no prestamos demasiado atención, autoengañándonos, achacándolas a algún pequeño exceso: comidas, caminatas, estrés, etc. Y puede que todo eso influya pero la realidad es que las «ruedas de nuestro coche» se están gastando o están gastadas, y aquí viene el drama de una tremenda dualidad: no solo somos cuerpo físico, somos también mente, alma, espíritu como queramos llamarle, y sucede que si nuestra mente sigue funcionando normalmente, aunque con algún pequeño bache, nuestro glorioso cuerpo físico nos va cortando alas a gran velocidad, llegando el momento que piensas, quieres, proyectas, recuerdas, deseas seguir tu vida como siempre, pero no puedes: te falla el soporte físico que se te va deteriorando de tal manera que difícilmente te sostienes de pie, pasando de una total libertad a una absoluta y costosa dependencia. ¿Qué hacer? Para empezar no cruzarnos de brazos y en inútiles lamentaciones agobiando a los que nos rodean. Hay que esforzarse porque son muchas las cotidianas cosas que, con pequeños esfuerzos, podemos hacer sin caer en esa penosa, pero cómoda dependencia. Por otra parte aceptar que, a pesar de todo, estamos vivos y con nuestra mente sana, tenemos una gran herramienta para relacionarnos, crear y hacer felices a los demás. Puede que cueste, pero no obstante queda camino y hay que andarlo, vivirlo. * Maestra y escritora

4 nov 2020

Libros para no leer

MINIPEDAGOGÍA ISABEL AGÜERA En una ocasión me llegó al aula un lote de libros regalo, no recuerdo si del Ayuntamiento o de la Consejería de Educación, para lectura de alumnos de cuarto de EGB. Abrí el paquete, un tanto extrañada pues no son usuales tales regalos, y me encontré treinta libros, cuadrados, de tamaño pequeño con letra muy menuda e interlineado sencillo. Comprendí rápidamente que no eran libros para niños. Además, el tema eran historias de monumentos de Córdoba que para nada iban a ser de interés para aquellos niños. De ninguna manera podía pedir a los alumnos que los leyeran de forma comprensiva. No se trataba solo de los temas, eran palabras, renglones, tipo de letra, ilustraciones etc. etc. que hasta para mí venían a ser como un paisaje de agua negra y estancada en una pequeña laguna. No obstante, estaba previsto, como objetivo, una especie de evaluación acerca del contenido. Y se me ocurrió una estrategia: los niños, observadores de todo habían visto llegar el paquete, habían visto que se trataba de libros, que yo los hojeaba, etc. Les faltó tiempo para llegar a la mesa y exclamar: -¡qué montón de libros! ¿Son para nosotros? -Ya veremos –contesté intencionadamente- pero, por ahora, se quedan ahí. Volved a vuestro trabajo. Durante bastantes días, los libros permanecieron, encima de mi mesa e incesantemente llegaban preguntado: ¿puedo coger uno? ¿De qué tratan, maestra? ¿Los podemos leer? Una y otra vez yo le repetía: no; se han equivocado. Estos libros son para niños de más edad. Tendré que devolverlos. Mis intencionadas palabras eran acicate para sus deseos de tenerlos entre las manos. Y al fin llegó un día que le dije: -bueno, os voy a dejar que los veáis e incluso, si queréis os los podéis llevar a casa con la condición de que copiéis algo, aunque sea muy breve, que os guste. Y la estrategia resultó tan explosiva que los libros fueron leídos y hasta estudiados.

3 nov 2020

Cumpables

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN CULPABLES DE LA PANDEMIA ISABEL AGÜERA Hace tiempo decidí no ver, no oír, no leer más noticias sobre el covid porque lo paso mal, muy mal sin poder hacer nada. No obstante, es imposible callar los comentarios que aquí y allá se suceden en opiniones que bien son críticas a lo que se hace, bien son posibles soluciones que aliviarían este gran dolor que padecemos todos por los enfermos y fallecidos y que aliviaría este miedo que sentimos con solo pisar la calle. Sinceramente me indigna que ante una pandemia mundial en la que están implicados científicos, médicos, laboratorios a tope, etcétera, cualquiera de nosotros pensemos que se podía hacer como solución aquello que, en definitiva, personalmente nos beneficia, culpabilizando de malos gestores a médicos, gobiernos, Comunidades, etc. Puede que yo sea una ingenua, pero creo que la solución no está en manos de nadie y que las medidas que se toman van en línea, por una parte, para salvar en algo la economía y, por otra, la principal, evitar contagios. ¿Pero cómo evitar que la gente, mucha, haga caso omiso de las medidas a seguir? Haría falta en la puerta de cada casa un coche de la policía y en la cocina de cada restaurante un vigilante que mantuviera a raya todo lo que allí se cuece. Es verdad que harían falta más médicos, pero por muchos más que hubiera, ninguno tendría en sus manos el remedio. Hay una buena recomendación que nos cuesta seguir y de la que pasamos olímpicamente y lo vemos todos los días: mascarillas, confinamiento voluntario, limpieza de manos y geles para todo. Hay quién dice que todo es mentira, que nos están engañando, etc. Pero esta que escribe puede asegurar, por haberlo pasado, que no se trata de un catarro normal ni nada parecido, sino de un mal desconocido que te sitúa al borde de la muerte. Por otra parte pienso: ¿el mundo entero se ha puesto de acuerdo para engañarnos? ¿No hay entre tantos millones de profesionales quién se opusiera a una patraña de tales dimensiones? Y no puedo pasar por alto una escena que, por casualidad, vi en la tele y que me llegó al alma. Se trataba de un anciano en una residencia que pedía, con toda la fuerza que mantenía, el ver a sus hijos. Decía: es que ya no los voy a ver más. Me voy a morir aquí sin ver a mis hijos; necesito verlos. Desgarradora escena porque hace falta muy poca sensibilidad para no empatizar con lo que aquel anciano pedía: ver a sus hijos. Y digo yo: ¿no se podría poner una mampara transparente, algo que estos pobres ancianos puedan ver a sus hijos? No es humano dejarlos morir sin ver al menos la cara de los suyos.

29 oct 2020

Homenaje a la mujer

DIARIO CÓDOBA / OPINIÓN HOMENAJE A LA MUJER Fue un diez de marzo, cuando una mujer, mi madre, moría en un hospital de nuestra ciudad, cuando los ciruelos japoneses y los pájaros emigrantes eran ya preludio de eminente primavera. Hoy, para celebrar el Día de la Mujer quiero evocar su recuerdo y con él, rendir homenaje a una generación de mujeres que, como ella, no tuvieron más opciones que las marcadas por la tradición, predicadas por la religión y asumidas sin más alternativa ni posibilidad de elección. Vidas y muertes de electro encéfalo plano: casarse, tener un montón de hijos, trabajar sin descanso en el hogar y poco más. Hay quien opina que se trataba de una deferencia heredada de los hombres hacia la mujer, al asumir ellos los trabajos duros del campo --algo que también competía, por cierto, a las mujeres--, el ir a la guerra, llegado el caso, como llegó, etcétera. Impensable  preguntar a la mujer si tal privilegio era o no era de su elección, ¿Acaso el hecho de parir hijos, criarlos, llevar a cabo los trabajos caseros eran "versos" de arte menor? Me siento, no obstante, orgullosa de mi madre que, por católica --en palabras de ella misma-- tuvo nueve hijos a pesar de su pésima salud, administró el gran llavero de todas las estancias de la casa, etc. Pero fue mujer adelantada a su tiempo: era solidaria con los pobres, leía novelas, tocaba el piano, era soñadora... La recuerdo en los últimos años de su vida, con un rosario y un libro siempre entre las manos. Para ella, y para todas las mujeres, mi más sentido homenaje en este día en el que, en frase de un escritor argentino, el grado de civilización de un pueblo puede juzgarse por la posición social de la mujer. Mucho camino andado pero quedan todavía muchas luces que encender y muchas que apagar.

20 oct 2020

SER Y TENER

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN SER Y TENER ISABELÑ AGÜERA Las palabras de mi padre siempre han sido como una constante en mi vida, constante que se me activa, como potente alarma, cuando mi pequeño arcaduz se engrana a la gigantesca noria de la normal y necesaria convivencia. Hay que aprender a vivir con los demás, decía, siendo personas respetuosas, trabajadoras, responsables, educadas y consideradas, pero, hay que educarse para tal fin, porque no vivimos solos en una isla sino en la gran casa del mundo. Y nos entrenaba, a los siete hijos que éramos, en serlo, ante todo, con el ejemplo y con sencillas prácticas que nos situaban en el umbral de una madurez social productiva, colaboradora y respetuosa con todos. Hoy día, más que nunca, el ser persona, con los atributos que mi padre reivindicaba como fundamentales en la necesaria convivencia, para una inmensa mayoría va tan íntimamente ligado con el tener quedando el ser prácticamente obnubilado, perdido entre la inmensa marea que nos arrastra hacia la carrera vertiginosa de la comodidad, la libertad, consumo y competitividad como único camino hacia el ser alguien. El deseo de poseer ha pasado a tan primer plano social que andamos convencidos de cómo, para que nos tengan en cuenta y ser valiosos personajes de este gran teatro del mundo, tenemos a toda prisa que acumular los mejores y más costosos productos del mercado. ¡Necia filosofía la del tener! Por mucho acumular bienes, jamás será verdad. El tener se basa en algo que se consume con el uso, o que puede llegar a estorbarnos o, la mayoría de las veces, a provocarnos angustia por miedo a perderlo. El ser, por el contrario, con el diario rodar crece y aumenta y se nos hace grande con la práctica. Es decir si somos lo que somos, si llegamos hasta donde podemos, si nos esforzamos por mejorar, si aceptamos nuestras limitaciones y nuestras actitudes ante los demás se tornan generosidad, amabilidad, delicadeza, etc. estaremos alimentando la savia que nos mantendrá en una existencia placentera, segura y libre. “No confundamos el tener menos con ser menos, tener más no significa ser más. Tampoco confundas lo que posees con quien eres”. *Maestra y escritora

7 oct 2020

En este valle de lágrimas

DIARIO CÓRDOBO / OPINIÓN ISABEL AGÜERA Eran las tres de la madrugada, cuando murió, allá en el pueblo, mi vecina, madre de unos pocos hijos. Recuerdo que me despertaron los espantosos lloros de aquellas criaturas golpeadas por tan repentino y terrible dolor. Yo era tan sólo una niña que ni tan siquiera, ante el natural desvelo de mis padres, podía declararme despierta, asustada, con acuciante necesidad de una explicación: ¿por qué había muerto aquella mujer, madre de siete hijos? Y aquel llanto se quedó grabado en lo más profundo de mi alma. Después se fueron sucediendo muertes de seres queridos, y una especie de lágrimas sin tregua y de miedo torturantes se ubicaron en mi alma durante gran parte de mi vida, pero hoy, sin haber perdido la dimensión del dolor que supone esa separación, esa partida de los que amamos, creo sinceramente que la muerte no es algo tan aterrador que nos sitúe siempre al borde de la desesperación, de las lágrimas... «La muerte es algo que no debemos temer -dice A. Machado- porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos». No obstante, nuestra provisionalidad. nos instauramos en los días como si fuéramos eternos, y luchamos por causas tan perecederas que ni tan siquiera valen un ápice de nuestro breve y precioso tiempo. Mientras vivimos caminamos hacia la muerte, pero ni debemos vivirla como obsesiva realidad, ni olvidarnos de ella, hasta el punto de que nos sorprenda en el camino. Nos educan, nos educamos y educamos para vivir, pero, ¿cuándo y cómo aprendemos a aceptar nuestra condición de mortales? Miedo a la muerte, no. Miedo al dolor, miedo a perder los días, miedo a no ser conscientes de que las hojas de nuestro almanaque, sin remedio, van caducando, sí. Existe una paz indescriptible: la de pensar en la muerte con absoluta tranquilidad de haber cumplido, aceptando fallos, errores... porque somos humanos pero estamos capacitados para evitar el daño que tantas veces causamos a los demás, y no por pensar distinto, algo que nos pertenece en libertad, sino porque tras nuestras palabras, a veces, se esconde la envidia y el rencor. Un pensamiento, para terminar, que me parce extraordinario: La muerte no es la mayor pérdida de la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos Norman Cousins

26 sept 2020

Todo funciona mal

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN ISABEL AGÜERA Voy a empezar con una frase del gran Thomas Edison que dice: “No he fracasado. He encontrado 10 mil formas que no funcionan”. ¡Qué diría ahora que no son diez mil formas, sino que no funciona nada! Todo es una barbaridad. Todo son llamadas y contestaciones grabadas que piden datos y más datos y cuando esperas alguna respuesta, se corta. No hay forma de hablar con personas de carne y hueso y si cae la breva y lo consigues, te dice que allí no es el lugar indicado. Te da otro número que cuando consigues hablar, si es que lo consigues, te remite al primero. Es tremendo pedir una cita, una autorización, un simple documento necesario, una información, etc. Y hoy día, cuando con el progreso se debían haber simplificado todo tipo de operaciones, resulta una auténtica aventura marcar un número en el móvil porque si la voz inalámbrica dice algo viene a ser algo así como el tiempo de espera es superior a cinco minutos. Minutos que tienes que pagar en euros, pero cuando la torturante musiquilla de espera parece aflojar y uno respira en la creencia de que va a ser atendido, vuelve la voz de nadie remitiéndote a la aplicación: la aplicación no resuelve nada porque lo que tú precisas no está incluido en ese mágico y milagroso menú que te ofrece. Mi padre, Director de Banesto toda su vida, resolvía todos los problemas de los clientes a pie de ventanilla y con sumo agrado. Hoy, me decía un amigo, y lo sé también por experiencia, que estaba arreglando unos asuntos urgentes y llevaba días y horas perdidas porque, o estaba cerrada la oficina, o con esto del covid, con la ventanilla cerrada, piden que resuelvas el papeleo telemáticamente. Yo creo que los lectores de este artículo saben de sobra de qué hablo, y la palabra telemática se ha impuesto en empresas y oficinas, cuando todavía la mayoría del personal no está preparado ni tiene los medios. No, no es fracaso nuestro: es que las cosas no funcionan.

17 sept 2020

LA "VOZ" DE UN CANARIO Animada tertulia matinal en la radio. Bla, bla, pactos, corrupción, independentismo, agresiones verbales, voces, etc. Y claro, los asiduos radioyentes o televidentes, en este vaivén de opiniones encontradas y, sobre todo, tan repetitivas, tan exacerbadas un día y otro, oímos pero no escuchamos. Lo cierto es que estamos asfixiados de tanto más de lo mismo, y las tertulias se tornan ruido más con el que convivimos y en el que las palabras en el mejor de los casos se perciben como letanía sin más respuesta que «ora pronobis» o la indiferencia y apagón del aparato. Pero he aquí que uno de estos días, cuando intervenía un oyente, los trinos de un canario irrumpieron arrolladores por las ondas. ¿Novedad, belleza, gracia, sorpresa? Tal vez un poco de todo enmudeció y hermanó en un escaso minuto a contertulios y oyentes. El don precioso de la palabra –dice Barón de Holbarch-- debe servir a los hombres para comunicarse sus pensamientos, para socorrerse mutuamente, para transmitirse las verdades útiles, y no para destruirse y engañarse recíprocamente. Y, desde mi punto de vista algo que considero frívolo e inútil son los famosos WhatsApp de grupos de amigos que llenan los móviles y que como me decía alguien que se había salido de uno, todo se reduce a buenos días, buenas noches y algún chismorreo. Considero, no óbstate que su importancia radica en la utilidad que le demos. Por ejemplo, para saber de la familia, para comunicar algo necesario e importante, etc. Es cierto que vivimos en una época de evolución sorprendente en el área de los medios de comunicación, reduciéndose así las distancias, las ideas, los tiempos… A pesar de este avance prevalece un factor que ha sido siempre catalizador de las relaciones humanas: la palabra y el comunicarse a través de ella, es la más primitiva pero la más efectiva forma de formar, informar socializar… Pero la palabra hoy está devaluada, y ha dejado de ser camino que conduzca a la verdad, para transformarse en vehículo de radicalismos encontrados de intolerancia compartida o en cualquier caso para usar y convertirno en ludópatas del whatsApp. Tal vez precisemos la voz de un simple canario para sorprender, aunar y embellecer nuestras trilladas rutinas. No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras. L. Vives. HS

8 sept 2020

Mis queridos niños

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
MIS QUERIDOS NIÑOS
ISABEL AGÜERA.

Mis queridos niños una sencilla carta para vosotros que sois los protagonistas desde hace tiempo del ir y venir de políticos y padres, y ¿sabéis por qué? Creo que sí, pero os explico. Estamos pasando en el mundo una enfermedad que se contagia, “que se pega” muchísimo. Se llama Covid -19. ¿A que parece nombre de nombre de perro? Pues tan solo es un bichito muy malo. Un microbio que no vemos y que se llama virus y que cuando consigue entrar por alguna de nuestras puertecitas del cuerpo, boca, nariz u ojos se mete en nuestras células que son la unidad más pequeña que puede vivir por sí sola y que forma todos los organismos vivos y los tejidos del cuerpo.
El muy canalla y cobarde del virus se protege escondido en nuestras células infectándolas para que se contagien todas porque además de cobarde es incapaz de hacerlo solo y se le presenta tres problemas 1º, ¿cómo reproducirse, crear más virus dentro de nuestras células. 2º ¿cómo extenderse, multiplicarse. 3ª ¿cómo defenderse para no ser eliminado por nuestras defensas que las tenemos como ejército que nos defiende, y ahí se establece una especie de lucha que hoy por hoy ganan los virus hasta que le mandemos más refuerzos que serán las vacunas que estarán pronto preparadas.
¿Habéis entendido esto? Pues vamos a lucha contra ellos, ayudando a nuestro ejército de defensas.
¿Cómo? Cerrando bien nuestras puertecitas de entrada con mascarillas, lavándonos mucho las manos por si se nos ha pegado el virus que es muy pegajoso, llevando un botecito en la cartera de ese líquido que los mata y debéis echaros de vez en cuando. Por favor no os toquéis las puertecitas; es muy peligroso, tanto que si de mí dependiera no ibais al colegio hasta que no haya pasado el peligro.
Os quiero mucho y quiero a vuestros maestros y vais a sufrir una mala experiencia porque en esta sinrazón vivismos: organismos cerrados, papeleo telemático etc. y niños en pelotón a las aulas, nada de consultas médicas presenciales, pero niños a la escuela. Que Dios os proteja, mis niños que se me parte el alma cuando os veo con vuestras mascarillas y las manos preparadas para el milagroso líquido y cuando pienso en vuestros maestros tan entregados y tan expuestos. Muchos besos y si de mi dependiera, aplazaría las clases hasta que pase este gran peligro en el que vivimos.

7 sept 2020

Bodas de Oro de mis hermanos Estrella y Ángel




Queridos hermanos Estrella y Ángel: Muchos años os distancian  ya de aquel hermoso día, lleno de proyectos, de ilusiones en los que os dijisteis sí, en Córdoba, en nuestra catedral, hasta que la muerte nos separe. 
Cincuenta años de convivencia que, hoy por hoy, cuando las parejas, dejadas llevar por la pasión de los años jóvenes, entienden que el matrimonio es algo temporal y pasajero parece hasta milagrosas estas vuestras Bodas de Oro, motivo de una gran celebración por la magia de esa palabra llamada amor, que se  hace realidad duradera para toda una existencia en pareja y que va más allá, mucho más que los repentes de una convivencia novedosa y casi accidental. Amor que conlleva respeto mutuo, tolerancia, comprensión, diferencias, también, pero sobre todo el hacer camino compartiendo tanto momentos felices, como aquellos otros que  laceran el corazón y quiebran para siempre el ritmo de nuestras vidas. 
Es ahí, precisamente dónde se fortalece y mide mejor el amor. Y llegan los hijos, y llegan los nietos, redoblando, unos y otros, motivos de gozo y motivos que nos traducen en lágrimas las palabras, la existencia que nos pesa como loza  que ahoga proyectos, que roba sueños, que, como tremendo zarpazo, nos sumerge en el gran pozo de la desesperanza. Y son miradas silenciosas de complicidad, y son gestos de ternura, y son suspiros y oración que a dúo mira al cielo y encuentra el rastro de ese Dios que no se entiende  pero al que se suplica  y del que se espera. 
Vuestra  vida, queridos hermanos, trabajo, estudio, superación, horrandez…,  valores proyectados en la familia, eje de la mayor felicidad posible en este  caminar hacia el mar que viene a ser la vida. Por todo esto, ejemplo de tantas cosas, y por haber sabido llegar sin fisuras a la calidez, a la paz del amor en madurez, en nombre propio y el de los demás hermanos, enhorabuena y desearos que ni la muerte os separe, porque el amor expande un perfume que va mucho más allá de la muerte. Y no son palabras, sino realidad de quién a solas celebró un día sus Bodas de Oro.

28 ago 2020

RECUERDOS VERANO

VERANO

ELIXIR DE LA JUVENTUD¡Pues nada! Se pasó el reclutamiento, estamos en verano y, contradiciendo a la canción, la vida no sigue igual. Esto de la nueva normalidad nos ha dado un toque de cambio, pero un poco de humor, que nunca viene mal, para este feliz regreso. Un honorable anciano y muy querido por sus amigos se encontró con un viejo conocido al que llevaba tiempo sin ver. El viejo conocido, de la misma edad pero vanidoso y pedante, al verlo exclamó: -¡Cuánto tiempo y qué bien te conservas! ¡Si estás hecho el chaval que conocí en la universidad! Dime, ¿cuál es el elixir de tu eterna juventud? El anciano honorable, mirándolo de arriba abajo, y reconociéndole, exclamó: -Perdone, señor; no entiendo nada. Me temo que me esté confundiendo con un loro. Y se alejó, repitiéndose: ¡qué absurdos los seres humanos! Minicuento que me nació al ser testigo de cómo se piropeaban dos ancianos que a dúo repetían: pues tú más joven, más guapo, más listo... Sinceramente, sentí pena, porque los dos, apoyados en sendos bastones, con gorra hasta la boca y el rostro comido de manchas y arrugas, manoseaban un delirio de mentiras. Hay una conocida frase de I. Bergman que dice «envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena». Y añado otra frase mía: pintar la vida de primaveras no es eternizarse en años de juventud, sino buscar y saber encontrar el color de los momentos. Y es que cada momento, cada edad, tiene su propio color, ni más ni menos bello, ni más alto ni más bajo: son, sencillamente, distintos. Y no creo en más elixir que la dignidad de saber aceptar y convivir, incluso con goteras, bastones, etc. Pero, eso sí, con la sonrisa, con el buen humor, con la ilusión de la que hablábamos ayer, sin dejarnos caer en la dejadez y seguir siendo animosos y coquetos. Hay que tratar de progresar hasta en el vestir. Recuerdo que le regalé un perfume a un buen amigo. Me contestó: ¿y yo para qué quiero esto? ¿Quién me va a oler? Le contesté, porque es la verdad que pienso: tú mismo y puede que los que te rodean. No podemos ir por la vida oliendo a sopas del cocido, aunque vayamos con un andador o con un bastón. Dignidad y elegancia que no surgen por arte de magia, sino que, tal vez, tendríamos que echar mano al viejo Catón y aprender a dar los primeros pasos cuanto antes porque el elixir de la vida no es otra cosa que no dejar de vivir cayendo en manos del abandono de nuestro cuerpo y alma. No nos engañemos como los dos amigos: el tiempo pasa y no nos deja iguales, pero tenemos margen para seguir proyectando lo mejor que somos y tenemos.

10 jul 2020

Lectura en vacaciones

Diario Córdoba / OpiniónIsabel Agüera



Desde hace años comparto vacaciones de verano, sobre todo, con mis nietos. Son días entrañables para todos, pero especialmente para los niños que, durante todo el año, se lo pasan planeando para el mes de vacaciones.No obstante, llegado el momento, la sombra de las tareas es como nube gris que tratan de despejar cuanto antes. Como maestra de tantos años y también como abuela, los comprendo y si bien los padres les ayudan, yo procuro también hacerlo, pero a mi manera. Por una parte, considero que la gran tarea que se les impone, libros determinados de lectura, es una auténtica aberración. La lectura no puede ser tarea y mucho menos castigo y menos aún títulos impuestos sin tener en cuenta gustos e individualidad. En tono coloquial, suelo repetir a padres y maestros que los textos tienen que salir de los libros y andar por casa e incorporarse a la vida. Es decir, tienen que dar frutos, pero para eso es preciso algo más que una mera y rutinaria lectura, obligada la mayoría de las veces. La lectura debe ser trascendida, lo que equivale a considerar y reflexionar sobre todos los valores que conlleve de forma que pasen a engrosar parte del arsenal de gestos y actitudes que hay que propiciar en los lectores, en general, pero sobre todo en los más jóvenes. Para ello se precisan estrategias que sitúen a los lectores en una motivación tal que la lectura se eleve a un nivel de auténtico placer. De forma muy breve quiero apuntar aspectos imprescindibles para lograr tales objetivos. Las historias narradas en los libros se deben comentar sobre todo en vacaciones con padres y mayores en general. Los personajes deberán ser objeto de estudio, evaluación, debate, etc: cuál es el más generoso, cuál el más divertido, cuál el más tímido, etc. Los personajes deben trascender a la vida de forma que, con espíritu crítico y opinión personal, se puedan establecer comparaciones, buscando siempre fórmulas para cambiar, mejorar o aplaudir.

9 jul 2020

Mi beso marinero

Tírale un beso a tu mar! ¡Un beso, marinero!
Mi beso de tierra adentro.  ¡Cógelo! ¡Allá va! 
Quiero al despertar de madrugada
mirar al cielo y soñar que mi beso, 
navecilla sin rumbo,  navega, 
 música en  proa, de soledad
¡Ríe que ríe tras el azul infinito de ese tu bello  mar!
¡Tírale un beso a tu mar! ¡Un beso, marinero!
Mi beso de tierra adentro...  ¡Allá va!
Quiero, entre arreboles de ocaso,
ver que mi beso no encalla, ver que mi beso se salva, 
ver que mi beso se va...
¡lejos, muy lejos, con la luna, con las olas...!
¡Adiós, adiós, beso mío, no mires atrás!
Mi beso, marinero, pongo en tus labios de sal!
Que ice velas sin retorno, que navegue a la deriva, 
que navegue sin rumbo... ¡Qué más da!
Tus labios, ¡qué senda de luz para surcar!     
¡Pero no te lo quedes, marinero!
 ¡Tíralo, sin miedo, a la mar!


30 jun 2020

LAS HUERTAS


Queridos amigos, último día de este caluroso junio. Vamos a despedirlo de lujo porque no volverá; se nos va  para siempre. Ya mañana será historia.
Hoy, con bastante prisa, por lo de resolver temprano asuntos que no faltan, vuelvo a los veranos de mi pueblo.
¿Nos vamos a la huerta? Seguro que todos estáis listos para acompañarme.  En las tardes de verano, mi padre, de vez en cuando, nos llevaba a la huerta del Solo –última residencia del pintor Pedro Bueno-. ¡Qué sueño eran las huertas! Silencio, roto por  el ruidito del agua  al caer por los arcaduces de una noria chiquita que, lentamente, movía un borriquillo, dando vueltas con los ojos vendados, alrededor de una alberca donde se lavaban hortalizas y dónde muchos niños se bañaban. Y qué agradable era pasear por entre las planteras de tomates, pimientos, lechugas, canalillos del riego, olor fresco  que manaba la tierra, árboles frutales y algún que otro perro vagando lentamente  al compás de nuestros pasos. 
La huerta era también nave de canastas, herramientas y muebles destartalados que, no obstante, me provocaban curiosidad y cierta intriga como si algo más se escondiera tras aquellas  ingenuas realidades  que a simple vista se mostraban. 
Lo que más nos gustaba a los pequeños era el espantapájaros que  en medio de la huerta se erguía gracioso. Parecía un hombre de verdad, un hombre de palo: brazos erectos como si fueran  aspas de una maltrecha cruz,  un viejo sombrero de paja, que le caía tapándole un siniestro e inexistente rostro, bufanda de cuadros rechinantes, que le llegaba hasta el suelo, y chaqueta panda como la de un  viejo payaso. Gorriones, bandadas de gorriones acudían a la huerta con el crepúsculo. Recelosos, no se fiaban del espantapájaros, Parecía como si todos a la vez, mirándolo, se comunicaran: ¡cuidado! ¡Hay un hombre!
Y en la huerta llegaba la noche entre cantos de grillos, gruñidos de perros, piruetas de gatos por las viejas sillas esparramadas por una pequeña explanada, acceso al cobertizo de hortalizas recogidas, y el olor húmedo de la tierra. 
¡Cómo recuerdo aquel paraíso que me parecía la huerta! ¡Y cómo puedo degustar todavía el sabor agridulce de aquellas perillas de san juan  que el hortelano nos regalaba! ¡Cuántos recuerdos que no quiero arrinconar porque en su día fueron sueños de niña, fueron vida fecunda en sentires que se iban escribiendo  en la pancarta de mi alma!
Y siempre, al regreso, el alborozo de unos tomates regalados, unos pepinos o un manojo de rabanillos que todavía veo lavar en la alberca. Algunas tardes los paseos a la huerta terminaban en melonares propios o de familiares, y lo primero, casi un sueño, el guarda en su choza pequeñita y casi mágica, que salía al paso. Después, rozando la noche, el degustar aquella deliciosa  fruta que era diestramente elegida y repartida, a corte de navaja, por el diestro guarda.No sé por qué me llenaban de misterio aquellas chozas. Me parecían dibujos de un libro de cuentos, y esperaba que en ellas hubiera algo más que un camastro y el asiento de una vieja silla, realidades que al comprobarlas, una y otra vez, me dejaban triste.
Un día le contaba a mis nietos un cuento que empezaba así: Esto era un hombre que sólo tenía una choza para vivir… ¿Qué es una choza, abuela?  -me preguntaron con curiosidad- Cuando se lo expliqué, a una, exclamaron: ¡Qué guay! ¿Hacemos una? Y en el ardor de la siesta en la terraza, con mantas, telas que buscaron, palos y pinzas de la ropa, lograron lo más parecido a una choza, si bien el calor los espantó pronto. También en el jardín de mi casa y con mi amiga Leo, hacíamos escondites parecidos.Nunca me he parado a investigar por qué a los niños les gusta estar escondidos, tapados, cobijados.