Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

14 ago 2009

NÉCTAR DE LA VIDA II

De mi obra del mismo nombre.


Cuando salí, era noche, y los campos paraísos negros fundidos con el yermo horizonte.

Cuando llegué, era día, y los campos alfombras de amapolas, margaritas, mariposas, pájaros...
No, no había milagro; sólo que yo ignoraba que, para ver la luz,
había, ¡claro! que esperar al día.



¡Pobres seres humanos a la caza de la felicidad!
La esperan mañana, pasado, el otro...

La esperan regalada, gratis...
Pero la felicidad sólo son momentos, y viven, y están..
¡Claro que están!, pequeñitos, raudos, vertiginosos... en el transcurrir de los días.
Para mí, en este atardecer otoñal, en el poyo de este jardín, respirando el vaho mágico de esta hora, tierra mojada de un precoz chaparrón...
Para mí, en la hoja que cae, en el tren que pasa,
en el papel que vuela, en el amanecer negro de nubes...
Para mí, en el recuerdo de momentos vividos al rescoldo del amor...



Ofreciendo voy, por los caminos mi perla, aquella que, tras muchos años de rodar y rodar,

logré cincelar sin más herramienta que el amor.
Quédate con ella -me contestan todos.

Las perlas brillan demasiado y podrían oscurecer nuestros propios destellos.
Pero mi perla es mía.

¡Bueno! Si nadie la quiere la guardaré en el corazón

y su fulgor me sobrepasará, seguro, más allá de la muerte.



¡Decidme algo, árboles silenciosos!

Quiero entender vuestro lenguaje.

Quiero comunicarme con vosotros, mis amigos.
Tal vez vuestra voz sea este soplo de aire fresco

que corre entre vuestras ramas y tanto me reconforta.
Tal vez vuestra voz sea la bravura de estos leñosos troncos

que me sirven de apoyo en mis fatigas.
Tal vez vuestra voz sea el silencio

que hace posible la transparencia de vientos, pájaros... pasos.


Aquí, frente al mar,
en este camino blanco que la luna llena abre, estoy.

¡Cuánta belleza..!
¡Detente mar..!
¡Detente, luna..!

¡Que las olas corran por el mundo
y se tornen abrazos de paz .!
¡Que mis brazos se alargue al amigo
y colmen de ternura su alma!

No quiero perder este atajo de luna y mar
por donde mis pasos caminan, sin miedo,
y se emigran, persiguiendo un sueño.

¿Me moriré siendo tonta..?
¿Me moriré siendo sabia..?
Me es indiferente, creo

¡Ahora, sólo mar y luna!

2 ago 2009

NÉCTAR DE LA VIDA

De mi obra, Néctar de la Vida: Sencillas reflexiones sobre lo mucho que tenemos y, no obstante, tan sólo nos preocupa lo mucho que creemeos nos falta.

¡POBRES seres humanos a la caza de la felicidad!
La esperan mañana, pasado, el otro... La esperan regalada, gratis...
Pero la felicidad sólo son momentos, y viven, y están... ¡claro que están!, pequeñitos, raudos, vertiginosos... en el transcurrir de los días.
Para mí, en este atardecer otoñal, en el poyo de este jardín, respirando el vaho mágico de esta hora, tierra mojada de un precoz chaparrón...
Para mí, en la hoja que cae, en el tren que pasa, en el papel que vuela, en el amanecer negro de nubes...
Para mí, en el recuerdo de momentos vividos al rescoldo del amor...
En este, mi momento presente...
En éste mi único momento
¡No puedo esperar a otro!
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UNA noche, con una caracola en el oído, me quedé dormida.
Soñé que era una ola chiquita y que jugaba con niños en la playa.
De pronto, se levantó viento y me transformó...¡sí, sí..! en ola gigante que rugía y espantaba juegos, arrasaba sueños, tornaba la alegría de los niños en árido paisaje de rocas, pedruscos, miedo, noche, frío...

Cuando desperté, me dije: Haré siempre lo posible por ser ola pequeñita; los niños, mi trabajo, mi sueño, mi vida..., jamás tendrán que huirme.

Sí, seré para ellos caricia.
Sí, seré para ellos cuento.
Sí, seré para ellos paisaje de sueños...
Para ellos, sí; también para mí, para todos...
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ME descubro, y guardo silencio, cuando un coche fúnebre se me cruza en el incesante tumulto de tráfico y gente que son las calles de la ciudad.
¡Un minuto de silencio, por favor!
Descubríos, amigos. Respetad a este último recorrido por nuestras calles, camino de sus largos pasos, y entre la gente que, durante muchos años, lo saludaron al paso.

¡Inclinad la cabeza, amigos...!
¡Un minuto de silencio, por favor!
¡Tan sólo un minuto...!
¡SILENCIO...!
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HOY, en este poyete de la plaza, frente a la escuela, quiero recordar al viejo Miguel.
Aquí se pasaba el día esperando a que su nieto, aquel pequeño de babi blanco, saliera del colegio. ¡Sólo un día faltó!
Y el pequeño, con la cartera a rastras, al verme, exclamó: ¡Se ha muerto el abuelo!
Ahora lo recuerdo y, en sus ojos ruinosos, una mirada opaca que no obstante, sonreía.
Y unas palabras siniestras en sus labios secos: Niña, ¿yo qué hago ya aquí?
Sí, comido de arrugas, comido de achaques...
¡Sólo un día faltó!
El día que dejó el poyete y se fue con DIOS.
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