Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

19 jun 2009

LA MUJER QUE SE QUEJABA DE SOLEDAD

Una mujer se lamentaba: ¡Qué sola estoy!

Y se pasaba el tiempo haciendo solitarios con una baraja de cartas.

Otra mujer, de buen corazón, la observaba. Un día se dijo: Trataré de hacerle compañía.

Y se acercó a ella con el propósito de compartir un tiempo en amigable conversación.

Pero he aquí que, cuando la mujer que hacía solitarios oyó sus amables palabras, sin levantar la cabeza de las cartas dijo: Perdona. Estoy a punto de terminar mi juego; no puedo atenderte-

La mujer de buen corazón se alejó pensando: No, no está sola. Esa baraja de cartas es toda la compañía que precisa.

Y la mujer que hacía solitarios, al terminar su juego, se lamentó: ¡Vaya si estoy sola! Me echaré otra mano.

MICRORRELATOS


EL GORRIÓN Y EL ARBUSTO


Un gorrión, en su débil vuelo, se detuvo en la rama de un arbusto.
La rama, molesta, se quejó: Vete; pesas mucho. No puedo soportarte.
El gorrión, levantando el vuelo, exclamó: ¡Perdona, perdona! No había reparado en mi peso; sólo en tu fresca sombra.
Y se alejó.
Poco después, un fuerte viento zarandeó al arbusto de tal manera que sus ramas barrían la tierra y muchas de sus hojas, arrasadas por el huracán, volaban en vertiginosos remolinos.
El gorrión, cobijado en el alero de un tejado, observaba al arbusto. Cuando pasó el viento, se acercó a él y le dijo: ¡Cuánto he sufrido viéndote azotado por el huracán!
El arbusto contestó:¡Qué equivocado estás, pequeño gorrión! Soy fuerte. Tus pequeños ojos han debido confundirme con alguna hierbecilla del campo..
Estaadba hablando el arbusto cuando le crujió la rama y cayó al suelo.¡Vete, vete! –gritó-. Ya te dije que me hacías daño con tu peso. ¿Quién reparará el mal que me has ocasiono?
El gorrión, sin contestar, se dijo: Buscaré para descansar un árbol fuerte. Está visto que los pequeños, además de necios, son un peligro.
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10 jun 2009

MI NUEVA OBRA

"Cuentos y Teatrillos en Verde", editada por Narcea SA de Ediciones, es una obra pensada y escrita con el sumo de inetrés y cariño, de cara a promover, tanto la lectura como valores medio-ambientales, ecológicos, sociales, etc.

Una manera sencilla, divertida y prácticar de sembrar amor a la naturaleza y seres vivos, todos, de nuestro Planeta Tierra.

4 jun 2009

MINIRRELATO

EL VENDEDOR DE PALABRAS
Había una vez un hombre que se llamaba así mismo “Vendedor de Palabras”.Con su mercancía a cuestas recorría calles y plazas voceando:
-¡Vendo amor, paz, alegría, tolerancia, belleza...!
Un transeúnte que lo escuchó se acercó y dijo:
-Amigo, te compro la paz. ¿Cuánto pides por ella?
El vendedor de palabras le contestó:
-¡Vaya! Has ido a elegir la palabra más cara.
-No importa -dijo el comprador-. ¿Cuál es su precio?
-Su precio, amigo es nada más y nada menos que tener ganadas tus propias guerras.
Animado el público, se alzó otra voz que preguntó:
-¿Cuánto pides por el amor?
-Por el amor -contestó el vendedor- no puedo pedirte nada, porque el precio del amor es amar sin precio.
-¿Y la tolerancia? -preguntó un tercero- Quiero ser tolerante con los hombres mis hermanos. ¿Cuánto tendría que pagarte por esa palabra?
-La tolerancia no está en venta. De cualquier forma, si la deseas, te la regalo, pero ten en cuenta que si la necesitas, jamás serás tolerante.
Una mujer dijo:
-Yo quiero comprarte algo de alegría. ¡Tengo tantas penas...! No precisas dinero para comprar alegría -dijo el vendedor-. Aprende a disimular tus tristezas y tendrás alegría. En el mundo sólo hay dolor.
Otra mujer joven, con gran entusiasmo dijo:
-Yo te quiero comprar la belleza. A ver, ¿qué vestidos llevas y cuánto pides por ellos? Me los quiero probar todos.
-¡Te compadezco, mujer! - exclamó el vendedor- La belleza, cuando menos vestida, mejor vestida está.
Un hombre indignado exclamó:
-Tú no vendes nada. Tú sólo voceas cosas imposibles. Vete a tu casa y déjanos en paz.
El vendedor dijo:
-Así es: las cosas que yo proclamo no son mercancía de compra y venta, porque son dominio del alma, pero yo puedo ya retirarme al silencio: os he anunciado la sustancia de mi fe en las palabras.