Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

16 feb 2021

DIARIO CÓRDOBA/ OPINIÓN DIAS DE PANDEMIA Isabel AgüeraIsabel Agüera 16/02/2021 Al abrir los ojos cada mañana deberíamos comenzar por ser conscientes del nuevo día que se nos otorga. ¡Seguimos vivos! Luego la tarea continúa, y con ella nuestra capacidad de vivir en paz los acontecimientos que las horas nos deparen. Pero la vida diaria, y en estos tiempos, está repleta de eventos desafortunados que vienen a constituir la base misma de la existencia. Nuestro organismo -Psicólogo, P. Daco- se orienta automáticamente en busca de sensaciones agradables, lo cual conduce a sensaciones de alegría, bienestar, placer... Por otra parte, nuestro organismo intenta también eliminar las situaciones desagradables que amenazan turbar su equilibrio. ¿Cómo eliminar dichas situaciones? Eludiéndolas o destruyéndolas en combate. La emoción es una de las grandes causas perturbadoras ante una situación agradable o desagradable. En la vida diaria las emociones son frecuentes, pero descargarlas es importante, porque de lo contrario revierten sobre nosotros mismos y se tornan nocivas. Muchos de los infartos y otras enfermedades pueden venir dadas por una continua suma de emociones internas. Pero nuestro tiempo se caracteriza por las emociones fuertes, el miedo, la angustia... que aumentan el porcentaje de adrenalina en la sangre. Los medios de comunicación colaboran a crearnos constantes alertas: son como los fantasmas de nuestro tiempo. Basta poner en marcha televisión, radio, Diarios, etcétera. para que el fantasma de la pandemia esté ahí, creándonos angustia, ansiedad, etcétera. Creo que habría que desintoxicarse un poco de los medios y vivir con la debida protección, pero con alegría y esperanza en el futuro que no va a ser mejor ni peor que nos lo quieran pintar. Dependerá de nuestra disposición interior y de nuestra capacidad para separar lo verdaderamente importante, de lo que sólo resulta sensacionalista, perturbador e impulsor de alarmas y emociones.
Serenidad, relajación, pensar en positivo y evitar tantas e innecesarias emociones como sufrimos cada día.

2 feb 2021

DICEN MI NIÑO

Dicen mi niño que eres listo, pero que estudias poco, que atiendes menos,  que suspendes exámenes que juegas en clase, que hablas, te ries.. que no te concentras, que reniegas de las tareas,  que te cansas rápido de estudiar... que eres hiperactivo,  que no sueltas el móvil, que eres desordenado, que eres desobediente.., Dicen, mi niño, que tienes que aprender inglés  francés, alemán y hasta chino Dicen que tienes que practicar deportes. Dicen que debes ir a clase de música, baile, etc. Dicen que es tiempo de catequesis, tiempo de confesiones y Comuniones, tiempo de madrugar, tiempo de correr que llegas tarde, tiempo de ser el mejor... ¡Qué pena me das, mi niño!  ¿Alguien te habló alguna vez de  felicidad?  ¿Alguien alguna vez se interesó por conocer tus gustos, intereses, aficiones... ¿Alguien alguna vez se preocupó de enseñarte a pensar, opinar, escuchar, de mirar y ver el mundo más allá de ese círculo de obligaciones y responsabilidades que tanto pesa sobre tus débiles espaldas? Tú, mi niño, eres como una pequeña planta que hay que regar, abonar, podar, limpiar  de las malas hierbas, proteger de las intemperies y con paciencia esperar el fruto A ti te pedimos fruto sin haberte dado nada o, peor aún, te exigimos lo que nosotros, mismos, los mayores, no somos capaces de dar. Qué fracaso el de los mayores que, olvidados de tus ocho años, no nos revelamos y luchamos por tachar de tu vida las palabras que tan mal te definen. Por el contrario buscamos causas que justifiquen  lo que dicen de ti: maestros y padres.  Mi niño precioso  ¡Qué antorcha de luz y esperanza veo en la transparente inocencia, ignorada, de tus  lindos ojos! Incierto tu futuro, pero esta maestra que tanto trabajó, amó y ama a los niños, te dice, hoy, que la  única felicidad posible, la que merecemos todos en esta corta vida, no está en saber mucho sino en tratar, poo a poco de ignorar menos,  no está en ese acelerón que te  quieren dar hoy, está en entender que en el mundo, en esta pequeñísima parte de universo que nos toca, todos viajamos en el mismo tren; somos, pues, compañeros de viaje. Vive, mi niño, sueña, sé feliz Y no dejes nunca que las manos de un mal alfarero te modelen a su gusto. No lo veré pero llegará un día que  emergerá la luz del  juicio sensato que devuelva a los niños su condición de niños. Enviado desde mi iPad

CULTURA DE LA PAZ

EL pasado día 30, sábado, se celebró el Día Internacional de la Paz, y es una buena ocasión para reflexionar sobre este valor tan ambicionado, al tiempo que tan mal entendido. Sí, porque este bien tan anhelado, más que ganarlo en campos de batalla en los que el vencedor se vuelve estúpido y el vencido rencoroso y constante enemigo -Nietzsche-, la paz, que a todos concierne y que reivindicamos como valor desde el nivel educativo, hay que prevenirla. Es decir, la mejor forma de ganar una guerra es evitarla, algo que no sucede por mero deseo, sino que, como acontece en todas aquellas cosas que conllevan bienes y valores para la humanidad, hay que promover corrientes que favorezcan y eduquen con fines personales y sociales. Las relaciones humanas son siempre conflictivas y la superación pacífica de estas situaciones es, precisamente, la forma de convivencia armónica de las distintas culturas, pueblos, sexos, razas y demás diferencias que puedan servir de excusa para la división, odio e incomprensión. La condición primordial para la paz está basada en dos principios como fundamento: justicia y libertad Y esto, que puede verificarse con una simple mirada a la historia de la humanidad, es totalmente extrapolable a nuestro terreno educativo como padres. Los hijos, aún los más pequeños, se rebelan cuando detectan en padres y maestros una actitud dictatorial e injusta. La educación para la paz no queda reducida a grandes campañas sobre juguetes y palabras que, en definitiva, no transcienden más allá ni tan siquiera al mero juego de todos los tiempos. Lo importante es crear ámbitos de justicia, respeto, tolerancia, diálogo... Pero, sobre todo, una práctica de la cultura de la paz que implica ética personal y social. «Los hombres construimos muchos muros pero pocos puentes» (Newton). * Escritora
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