Día el de hoy,
amigos, último domingo de agosto, para organizar y mejorar el día de mañana. Hagamos o vayamos a dónde sea o con
quién sea, el trato con los demás es el diario mejor o peor que tenemos que asumir
porque no somos islas, aunque a veces lo deseemos; tampoco sería lo mejor.
Lo mejor, desde mi punto de vista, es aprender a ser sencillos, humildes y justos.
De hay mis Jamases de hoy
JAMÁS DE LOS JAMASES
· Jamás
en una conversación, trates de hablar más que los demás; mejor, escuchar.
· Jamás
interrumpas al que te va a contar algo, bien para hablarle de ti o exclamando:
¡eso ya lo sabía!
· Jamás
mires al móvil, al ordenador o a cualquier otra cosa, mientras alguien te
cuenta algo.
· Jamás
desmontes una mentira, aunque
conozca la verdad, si la persona se
disculpa, evitando así que se sienta humillada.
· Jamás
preguntes, si descubrís que una persona tiene un defecto físico o de familia y
menos aún lo delates.
· Jamás
digas “eso lo hago o lo sé yo mejor”
aunque sea verdad. Mejor callar y cuando sea oportuno demostrarlo con hechos.
· Jamás
respondas a un insulto con otro insulto, porque no solo os iguala sino que no
hay mayor insulto que el silencio por respuesta.
· Jamás
trates, si alguien tiene especial fe en algo que no perjudica a nadie, de
demostrarle que está equivocado. Sería como robarle un recurso que posiblemente
le ayuda a vivir.
· Jamás
hables del error del otro, Si ya ha sido consciente de ello y no lo puede
corregir, porque seguro que no lo repetirá.
· Jamás discutas con un orgulloso. Sera la mejor
forma de que entienda que el orgullo de verdad es saber callar a tiempo.
· Jamás niegues al otro la oportunidad de quedar
bien, aunque tengas que adelantarte improvisando una mejor interpretación.
· Jamás juzgues a alguien sin detenerte unos momentos
y ponerte en su lugar.
· Jamás envidies, con malas artes, algo que tengan
los demás. Seguro que cada uno de nosotros tiene mucho que los demás no tienen.
Nadie lo tiene todo. Por eso nos necesitamos para convivir y no para
"jugar "a guerrillas absurdas.
· Jamás presumas de
saber más que los demás. Posiblemente tus oportunidades de saber no sean las del otro.
Por eso, o no hables de tu “sabiduría” o si lo haces hazlo con humildad.
· Jamás, para nada, midas la “talla” de los demás porque, sí así haces, solo conocerás y conocerán la tuya.
· Jamás condenes a un delincuente a la ligera,
porque tras él hay una familia, una escuela, una sociedad y puede que hasta tú
mismo. Mejor pedir barrotes para todos.
· Jamás te sientas superior al otro por mucho que
tengas o recibas; solo eres superior si tus ojos miran siempre en la misma
dirección: vida y muerte.
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