DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
(A un
joven amigo) Isabel Agüera
Permíteme, querido amigo, que transcriba
unos párrafos de tu maravillosa carta que me han inducido a contestarte desde
estas páginas porque, a pesar de tu juventud, son un dechado de buen ejemplo
para los mayores tan embarazosamente angustiados con lo material y cotidiano.
«A raíz de un problema --dices-- comencé a
comprender que la vida es algo más que la rutina que llevamos, algo más que una
serie de cosas a conseguir: tener un piso, un coche, un trabajo estable, unos
hijos... Bueno, esto ya lo sabía, pero nos acoplamos a este esquema, conociendo que dentro de nosotros algo nos
dice que eso no es todo, pero no escuchamos hasta que nos ocurre algo que nos
abre los ojos y cambia la vida, porque nos damos cuenta de que, si bien todo
aquello es importante, pasa a un segundo plano, ya que nos sorprenden nuevas
preocupaciones, nuevas formas de ver la vida, y, sobre todo, un mayor interés
en descubrir eso que hay de más y aún ignoramos.
Y en mi caso me doy cuenta de que cuanto
más exploro, más se amplía el mundo, más queda por aprender, por comprender,
por aceptar..., y sobre todo más me maravillo de lo poco que sé de mí y de los
demás...».
Y tras una larga y maravillosa reflexión
terminas diciendo: «Me llena conocer gente de la que aprender y con la que
poder sentir lo especial que pueden ser las cosas...».
Todo está dicho, amigo. Poco tengo que
añadir a tus acertadas conclusiones. Ya es mucho el que hayas comprendido tanto
en tus jóvenes años. No obstante creo sinceramente que, si no hay posibilidad
de hacer otras grandes cosas, sí, al menos, mejorar la calidad de las que
hacemos. Vivir en el convencimiento de la provisionalidad que es la vida nos
eleva a una dimensión nueva donde la cotidianidad puede ser nuestra gran
oportunidad. No la dejemos escapar, porque puede que no tengamos otra.
Vive, vivamos, en plenitud los momentos posibles de felicidad por
insignificantes que puedan resultar a los ojos del mundo y cuando nos lleguen
las horas bajas, vivámoslas también en
plenitud y así tendremos poblados de momentos nuestro paso por este mundo.
Preciosa luna de agosto
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