DIARIO CÓRDOBA
ISABEL AGÜERA
Nunca
podré olvidar aquella madrugada de un día de marzo del año setenta y cinco. Mi
madre, con asunto grave, la ingresamos
por urgencias en un hospital de nuestra
ciudad. Uno de los camilleros que la transportaban -eran dos hombres de mediana edad, hechos de rutinas a sueldo
-, por decir algo, entre ruidosos
bostezos, exclamó: ¡Vaya nochecita que llevamos! Y después, dirigiéndose
a mi madre continuó: ¿Y a ti que te pasa, agüela? Mi madre, auténtica
señora, delicada, exquisita, de espíritu increíblemente joven, a pesar de su
mal estado, abrió los ojos y mirándolo como si quisiera fulminarlo, contestó,
dándole toda una lección de urbanidad: eso, señor, se lo pregunta el doctor.
Y hoy me siento especialmente sensibilizada
por el tema. Resulta que en organismo público, al que me he visto obligada a ir
bien temprano, una limpiadora, que fregaba, con un tono desagradable,
airado... ha exclamado al verme: ¡niña,
no me pises! ¡No te digo! ¡que no miráis dónde ponéis los pies! Y siguió
refunfuñando, mientras yo, comiéndome las palabras, me dirigí al tema que me
había llevado allí.
Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser
hombre. El hombre no es nada más que lo que la educación hace de él. I. Kant.
Bueno, pues resulta que la educación, la vergüenza, la razón de ser hombre o
mujer, la hemos perdido, y no me estoy refiriendo tanto a las palabras como a
los gestos, a los tonos, a los modos... Hoy día, los chavales, a cualquier
edad, desde la escuela, acusan ya una falta total de educación, sobre todo, con
respecto a los modales y al trato que deben a los mayores: contestan a todo con
arrogancia, y desafío.
"Las palabras deben ser vestidas como diosas y
elevarse como pájaros" Para eso hace falta tener algo de dioses, algo
de pájaros y mucho de educación. De
usted y por favor; cuesta poco y dice mucho.
Pero sucede que los sentimientos y las costumbres que constituyen la
felicidad pública, se forman en la familia. Y, claro, ¿qué se puede esperar de
los pequeños, cuando los mayores protagonizamos la más absoluta falta de
educación a lo largo y ancho de las veinticuatro horas del día? ¿Acaso no es
mala educación las pitadas que se organizan en el tráfico? ¿Acaso no es mala
educación bostezar en público, desperezarse, comer a "barba regada",
exigir, protestar sin razón -que con razón, ¡qué poco protestamos! -,
atropellar, si podemos, los derechos del otro, criticar, fomentar el cabreo
ante todo y por todo?
La buena educación no está reñida con la familiaridad, confianza, cercanía
La buena educación no está reñida con la familiaridad, confianza, cercanía
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