(Como paréntesis de fiestas)
Luces y sombras en la vida del escritor, una constante
Sinceramente, no me considero experta en nada de nada,
pero sí hay algo que, por los muchos años vividos en observación, lectura y
escritura, más que nada, he concluido y
que, solo desde mi punto de vista, son imprescindibles para ser escritor a lo
que seguiré aspirando todo lo que me reste de vida. Y con esto trato de dar mi respuesta a los muchos email que me
llegan pidiéndome orientación para
escribir, algo que suelo contestar desde mi humilde condición de escritora.
Así que allá voy, respetando, como no podía ser de otra
manera, cualquier otra opinión.
·
· Ser escritor/a no es publicar una obra, pagada por uno mismo o editada por
alguna editorial, y colgarse el título de escritor y pasearse con la cabeza
alta por aquí y por allí.
· Hay quién dice que el escritor se hace. Para mí, nace, crece y se
multiplica. Tal vez todos somos capaces
de dibujar una casita, pero no nos convierte en creativos pintores. Si acaso en
mejores dibujantes.
· Ser escritor es sentir una constante e inevitable inquietud por, crear, contar comunicar… Y esa inquietud no tiene límites, ni horas,
ni días, ni circunstancias. Es como una exigencia que conlleva disciplina,
perfeccionamiento constante, retiro, soledad, ir por el mundo observando,
interiorizando, conociendo, tomando notas de palabras, gestos, hechos...
· Ser escritor es sentir y vivir la obra como si se tratase de una segunda
existencia: habla con sus personajes, ríe o llora con ellos, jamás los
abandona por cansancio u otros intereses
o hobbies.
· El escritor no se contenta con lo
primero que se le ocurre: Piensa, madura, elije, lee, relee, corrige posibles incoherencias en
lugares, personaje, diálogos, etc.
Imita voces, leyéndose en voz alta,
presta oído a lo que dicen, piensan, actúan… (Personalmente creo que es
necesario tener buen oído)
· Ser escritor es ser flexible con las exigencias que le va
imponiendo su obra sintiéndose obligado a
cambiar su guión cuantas veces sea necesario. No tiene prisas. Empieza una vez y otra hasta que encajan a la perfección las piezas
de su puzle.
· El escritor tiene que estar convencido de que su obra no será una más
parecida a otras, sino auténtica creación que aporte algo nuevo sin tener que
recurrir a modas ni a textos leídos.
· El escritor no escribe para lectores ni para editoriales. Escribe, sobre
todo para él, aunque legítimamente
busque trascendencia.
·
Ser escritor
es sentir, que ante cualquier pequeña
observación que de alguna manera lo conmueve, surge el botón creativo que día a
día le impulsará a dedicarle tiempo, reflexión, renuncias, posibilidades, etc.
como si dentro de él fuera creciendo una
criatura, su obra, que no abandonará
hasta estar lita, madura para
tomar sus propios derroteros.
·
A ser escritor
no se aprende en más escuela que la de la vida observada, escuchada o vivida.
Tal vez se pueda aprender a escribir, redactar correctamente, pero la
creatividad, primer ingrediente del escritor, es una especie de intuición que
no admite más aprendizaje que la perfección.
Como anécdota quiero terminar hoy, con algo que me conmovió
profundamente: Leía en aquel entonces, un obra inédita de más de mil páginas,
cuya lectura, un auténtico plomo, me
martirizaba a pesar de una ortografía, construcción de frases, etc. perfectas.
Un chico de unos treinta años, llegó una de aquellas tardes a mi casa: Isabel –me dijo-, quiero pedirle, por favor,
que eche un vistazo a esto que he escrito y me diga, con toda sinceridad, qué
le parece.
La verdad que me emocionó fue descubrir una bellísima y
original historia contada en un desastre de la más elemental gramática. Sí, allí había un
gran escritor. En las mil páginas
había un gran conocedor de la lengua
pero no un creador
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