Buenos días, amigos, fecha esta que no se me
pasará jamás por alto, porque es aniversario del fallecimiento de mi padre, el
mejor de los padres, que nos educó y consideró a los siete hermanos que somos,
sobre todo con el ejemplo de honradez, respeto, cultura, educación, etc. No quiero
entrar de lleno en ello porque son recuerdos de horas y días muy tristes. Por
eso he elegido, para este día de espesa niebla y frío, algo que escribí para
mis hijos y que hoy os dedico.
Amanece
Amanece un día de otoño de frío y niebla. Las
paredes de ésta nuestra casa, no obstante, poco a poco van tomando esa
tonalidad rosada,que no conocéis porque os sorprende, cada día, en el mejor de
los sueños.¡Es la llegada del día, hijos! Es algo así como un alumbramiento que
el útero de la noche arroja a nuestras manos, y yo, vidente del milagro, acojo
entre mis brazos con la misma ilusión, sorpresa y ternura que se acuna a un
recién nacido. Cuando despertéis, el sol estará maduro ya será calor para
vuestros sueños de vida, ya será antorcha para mostraros el camino.
Vuestra madre vela, vuestra madre borda esos
primeros rayos, porque son como una delicada flor que va
despegando sus pétalos al tiempo que aroma el ambiente.
Y esta casa seguirá siendo rosa cada amanecer y
vuestra madre os contemplará siempre en el sueño bendito de esta hora.
Despertad,
hijos, con la felicidad de vivir un nuevo día en lucha con dificultades pero,
ante todo, buscando y encontrando la vida en las pequeñas grandes cosas que os
rodearán. No las dejéis pasar, porque son la vida que pasa y no vuelve.
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