DIARIO
CÓRDOBA/OPINIÓN
31/3/2015
Los comentarios que por distintos medios se escuchan me
llevan a escribir sobre algo que en estos días de dolor por el accidente del
vuelo Germanwings se baraja y se comenta con frivolidad en el sentido de no
saber hasta dónde puede llevarnos una profunda depresión. Criminal, asesino,
psicópata --se comenta--, que se hubiera matado solo, que lo "maten,
crucifiquen", etc. Son sentencias generales hacia el copiloto del
accidentado avión.
Por supuesto, nada podrá mitigar el dolor de las familias
rotas y menos aún reparar tan inmensa pérdida de vidas. Pero creo que al
criminalizar a un ser humano, en cualquier caso, sin ponernos en su piel, y en
este particularmente, no deja de ser una ignorancia total acerca de una enfermedad que muy a la ligera
confundimos y definimos como tristeza, bajón..., etc.
La verdadera y profunda depresión no se puede entender
sin haberla sufrido y es por ello que le dedico páginas en una de mis obras
publicadas. Sí, he pasado por ello y aun así no alcanzo a describir bien este
mal tal generalizado en nuestra sociedad, hoy. A veces --digo--, en estado
depresivo, la gente la vivo como desafiante calavera que me provocara el más
absoluto desprecio. No quiero ver ni oír a nadie. Todo me molesta. No puedo
soportar ni tan siquiera palabras. No encuentro nada que me motive, que me
ilusione... Parece como si un halo de muerte se hubiese instalado en mi alma. Y
a este estado psicológico de bloqueo total se suma un mal físico
indescriptible. Y en un plis--plas, solo se ve como salida la muerte, que no se
proyecta sino que en un instante se presenta como la gran puerta de salida
hacia la luz que buscamos.
Seamos, pues, cautos al juzgar y sentenciar y
vivamos la vida de cada minutó con pinceladas de luz y provisionalidad. También
de mayor atención a los que nos rodean. Es muy fácil juzgar, pero la prevención
lo es mucho más y sobre todo por parte de los que están cerca de alguien que sufre
en silencio una depresión.
2 comentarios:
Mi estimada Isabel, tienes razón en tu reflexión... somos de condena facilona, de critica irreflexiva, y yo voy a criticar, pero a la sociedad en conjunto que hace que en su seno haya personas enfermas incomunicadas y marginadas y que seamos incapaces de tender la mano a personas en momentos tan delicados que se sienten abocados a cometer estos desatinos tan grabes.
Un placer leerte.
Reme.
Gracias, Reme. Que tengas unos días de descanso. Yo ando recuperándome de una fractura de fémur. Mejor dicho, no ando, jajaja, pero escribo y también te leo. Un beso.
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