Queridos amigos
y amigas: con motivo de haber conocido a alguien que creí especial,
escribí páginas que titulé: Me queda amor. Una de esas páginas es
la siguiente que os dedico, por mi parte, sí, con mucho amor.
(No, no se
trata del hombre que fue mi marido)
BAILEMOS
¡Qué noche! ¡Qué sueño! Años, sí, años en una
incesante caída de días
en este almanaque de olvidos, recipiente, no obstante,
donde las flores del amor siguen frescas, lozanas.. eternas, alimentadas
por mieles de amistad y esperanza.
Días, hojas que
el viento, arranca, pisotea y se empeña en
arrojar sin piedad a este río imparable en crecidas que es mi alma.
Pero esta
noche, ¡qué noche, qué sueño! La
pantalla de mi PC, primero irisada en colores y después, en burbujeo zigzagueante, se tornó líquida,
transparente... Y en ella tu voz con mi nombre, con un ruego: bailemos,
bailemos –repetías- tú y yo... ¡Anda! ¡Bailemos!
Como en un
suspiro, mi cuerpo, rayo de luz fugaz,
llegó a la pista, música etérea, de tu cálida mirada.
Bailemos, bailemos;
tú y yo. ¡Anda!
¡Bailemos!
¡Cómo se
estremecía mi débil tallo al soplo sutil de tu viento que conteniendo su furia tan sólo era caricia en
mi árido paisaje!
¡Sí, bailemos!
Ya tus alas me cobijan, me seducen, me apasionan...
Ya mi cuerpo, y
mi alma se pierden en tu regazo, poseídos,
como beso errante, arrojado al
inmenso mar, en un tumulto de olas, gaviotas, nubes...
¡Bailemos, bailemos...!
Sí, en un deliro de notas que surcan veloces
el azul del
cielo, el azul del mar.. ¡Bailemos...!
Y mi carroza de
sueños, volvió a ser calabaza, frente a esta
inflexible y fría pantalla... Ya no está mi nombre en tu voz, ya no hay
pista ni baile
ya siguen
cayendo días que irán cumpliendo mis
años...
Todo se
desvaneció sobre mi almohada
Día caluroso de
templado de primavera.
Aniversario
de... ¿de qué..?
Aniversario de
nada pero la música de mi baile se ha entronizado en mi corazón para siempre. Puedo
oírla... Cierro los ojos y oigo tu voz: BAILEMOS
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