LLUEVE mucho
esta madrugada. Mis ojos, nubes preñadas de lágrimas que tatos caminos regaron,
vuelven a ser borrasca, hoy, de nostalgias y
recuerdos. Aquel pueblo de nuestro encuentro, las tormentas, los
paraguas, los charcos, las goteras...
Tú y yo,
pobres de todo; tú y yo, ricos en amor; tú y yo, felices con nuestra nada,
vivíamos en plenitud la lluvia en los otoños, y los trigueros en las
primaveras, y las espigas y las eras en los veranos... Y las lunas, ¡cuántas
estrellas y lunas, siempre!
Tú y yo
hicimos de nuestras vidas tal aleluya que, tras tantos años ya de aquel adiós sin
retorno, puedo escucharte, puedo verte superpuesto en el cuadro vivo de los
días.
Sí, yo sé
que eres tú, boca grande en sonrisas que
me mira. Sí, eres tú, lluvia limpia que cala mi alma esta madrugada. Sí, eres
tú, nostalgia en las flores marchitas de un ayer que es hoy en el almanaque de
mi alma.
Y tú eres
yo, poema de amor escrito en el cálido aliento de los instantes que me nacen,
que me palpitan, que me llevan... no sé a dónde, pero es tu amor lo que
respiro, y es tu amor lo que me inflama, y es amor... ¡si, si, tu amor! lo
que me ríe, amor lo que me llora...
Amor palabra
izada de bandera en el cuadro vivo de
cada día, donde superpuesto, yo te veo.
Tu recuerdo
sigue siendo flujo y reflujo en lugares, palabras, silencios... amores.
Tu recuerdo
no es un ayer muerto en la precoz hora de azahares y jazmines.
Tu recuerdo
no es aquel beso postrero que dibujó en mis mejillas el blanco pañuelo de tus
labios en el terminal suspiro que exhaló
tu alma.
Tu recuerdo
es... sí, realidad de unos hijos buenos que te siguen recordando, amando, en
tanto que en sus ojos rutila ingenua una
interrogante: ¿Por qué papá?
Y tu
recuerdo es la hoja que vuela, y es el arrullo eterno de nuestra tórtola, y es el viento que agita mi cortina,
cuando sola te presiento en este aliento, vida que palpita cálido junto a mí, y
es el rugido del mar que me reverbera en el alma en aleteo de gaviotas que
fueron ayer, que soy hoy...
¿Verdad que
eres tú, amor? Arrúllame una vez más que sigo siendo niña de un día que me
ahogó en lágrimas de soledad y abandono.
Mi corazón
es la senda. ¿No oyes cómo me galopa el resplandor de la aurora?
Vuelve con
la mañana; te estoy esperando porque me faltan besos en las madrugadas, y me
falta una mano en el camino, y un susurro en mis oídos, y me falta la letra de
una canción que me arrulle en mis largas noches de insomnio… Vuelve y no me
dejes perdida en este laberinto de ilusiones inventadas, en este río, corriente
imparable, pozo de lágrimas que nadie conoce… Vuelve, huye con la llave de la
vida, que todo está por mi parte a punto, y se acaba el día.
Te estoy
esperando, amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario