ISABEL Agüera 24/04/2012
Como se desvanece la espuma de las olas, tras besar la arena, así se me fue, casi de las manos, el hombre que me salió al paso, un día, con sincera y eterna declaración de amor.
Con un beso helado ya en las mejillas, me dijo adiós hace 22 años, un 30 de abril, cuando los verdes crecían por los campos, cuando una fina lluvia caía sobre la ciudad.
Hace frío esta madrugada. Mis ojos, nubes preñadas de lágrimas, que tantos caminos regaron, vuelven a ser borrasca hoy de nostalgias y recuerdos. Aquel pueblo de nuestro encuentro, las tormentas, los paraguas, los charcos, las goteras...
Tú y yo, pobres de todo, tú y yo, ricos en amor, tú y yo, dichosos con nuestra nada, vivíamos en plenitud la lluvia en los otoños, y los trigueros en las primaveras, y las espigas y las eras en los veranos.
Tú y yo hicimos de nuestras vidas tal aleluya que, tras largos años ya de aquel adiós sin retorno, puedo escucharte, puedo verte superpuesto en el cuadro vivo de mis días.
Sí, yo sé que eres tú, boca en sonrisas siempre que me mira.
Sí, eres tú, brisa limpia, cálida, serena que cala mi alma cada madrugada.
Eres tú, nostalgia en las flores marchitas de un ayer que es hoy en el almanaque de mi alma. Y tú eres yo, poema de amor escrito en el cálido aliento de los instantes que me nacen, que me palpitan, que me llevan.. No sé a dónde, pero es tu amor lo que respiro, lo que me ríe, amor lo que me llora...
Y tu recuerdo en mis manos es la hoja que vuela, y es el tren que pasa y el viento que agita mi cortina, y es el piar de pájaros nuevos...
Tu recuerdo no es un ayer perdido en hora de azahares y jazmines, ni es aquel beso en la despedida, tu recuerdo es el presente de unos hijos de unos nietos que fueron proyecto ilusionado un día.
Tu recuerdo sigue siendo flujo y reflujo en lugares, palabras, silencios...
Vuelve. Mi corazón es la senda. ¿No oyes cómo me galopa el resplandor de la aurora?
No hay comentarios:
Publicar un comentario