LLEGADA A LA ALDEA
Por la aldea, enterados de lo sucedido en el viaje al sabio, esperan en
la plaza la llegada del coche del Piquiqui como si se tratara de un gran
acontecimiento del que desean saber con
pelos y señales.
Por eso, nada más poner el pie en el suelo la Manuela, la
asaltan en preguntas:
-¿Y cómo ha sío? ¿Y cómo es que te ha dado un perrengue?
-¡Ay, ay, que mal lo habréis pasao, sobre to en el cuartelillo!
La Manuela,
llorando hace gestos con la mano como diciendo que ya se los contará, pero la
chacha, plantándose en medio de todos, exclamó:
-¡Que sí que lo hemos pasao mu
bien y que os vayáis tos a la mierda ya!
Los espectadores, refunfuñando se van alejando:
-¡Leche cómo se ha puesto la chacha, y to por el
interés y cariño que tenemos a la Manuela! Quisco, sin dejar de tocar la
armónica, se va detrás del Domingo que avergonzado, con la cabeza baja y las
manos en los bolsillos, entra en su casa.
La Manuela lo coge de un brazo y exclama:
-¡A tu puñetera casa!
Y Quisco, a media lengua
dice:
-Pos el Guapo ha compao un cine.
-¿Qué dices niño? ¡pa cines estamos!
-Síii –contesta Quisco retorciendo el cuello-, y yo he visto una pini,
pinícula…
A la Manuela le pica tal curiosidad que, con el achaque de comprar
harina, y tras dejar al Domingo entre la chacha y ella tendido en la cama y vestido, coge el canasto y se va a la tienda,
Con el oído puesto a todo lo que se habla, que no sabe a quién preguntar, pero pronto se entera
porque no hay otra conversación en la
aldea.
-¿Y ese aparato será de fiar? –pregunta a la chacha que
tan curiosa como ella se
encuentran en la tienda.
-Pos no
sé, comadre, ¡cosas de los americanos! ¡Veremos que se nos ha metío en el pueblo! ¡Na bueno, seguro, si es cosa del Guapo que le
gustan las tías en pelota!
-¡Pero si el Guapo ve menos que Pepe Leches! -exclama la Manuela-
-¡Ve lo que quiere que a
mí no me la da con queso! -contesta la chacha.
Efectivamente, el Guapo
había comprado un televisor para su taberna, que se hartó de firmar
letras. El primero que llega a la aldea
y el premio gordo para todos,
que la mayoría de los vecinos han visto ya una prueba.
El Calambre, pregonero oficial, al día siguiente, repite de esquina en
esquina: -¡Mañana, festivo, en la taberna del Guapo / se estrena/ un aparato nuevo / de cineeee /
último invento rusooo! Por un refresco, una hora sentaos.
Y hay bulla, al día siguiente, que la taberna tiene poco espacio. El
Guapo en la puerta y ante la avalancha que trata de entrar, empuja repitiendo:
-¡Acejaos pa tras que habrá tres funciones!
Enterado el Domingo e intuyendo las intenciones de l Manuela y de la
chacha, exclama.
-¡Lo que nos faltaba; los rojos aquí en nuestra casa! Qu se vaya a tomar
por culo el Guapo y su cine. Cosas del demonio.
Mirando a la Manuela que calla, dice:
-Te veo mu callá, y sé que la comadre se las da de mu avanza, pero tú de
aquí no te mueves.
La Manuela, se levanta y con las manos en jarra, exclama:
-¿Qué no me muevo? ¡Pero que yo no soy tu perrillo faldero! ¡Que ya está
bien de controlarme! y ¡pa qué lo que has liao en el sabio! Ni pienses asomar
por el Guapo. Sí, la chacha y yo tenemos ya la entradas. ¿Qué pasa?
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