Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

24 nov 2019

Historias de una aldea capítulo VII

LLEGADA A LA  ALDEA  

Por la aldea, enterados de lo sucedido en el viaje al sabio, esperan en la plaza la llegada del coche del Piquiqui como si se tratara de un gran acontecimiento del que desean saber   con pelos y señales. 
Por eso, nada más poner el pie en el suelo la Manuela, la asaltan en preguntas: 
-¿Y cómo ha sío? ¿Y cómo es que te ha dado un perrengue? 
-¡Ay, ay, que mal lo habréis pasao, sobre to en el cuartelillo! 
La Manuela, llorando hace gestos con la mano como diciendo que ya se los contará, pero la chacha, plantándose en medio de todos, exclamó: 
-¡Que sí que lo hemos pasao mu bien y que os  vayáis tos a la mierda ya!
Los espectadores, refunfuñando se van alejando: 
-¡Leche  cómo se ha puesto la chacha, y to por el interés y cariño que tenemos a la Manuela! Quisco, sin dejar de tocar la armónica, se va detrás del Domingo que avergonzado, con la cabeza baja y las manos en los bolsillos, entra  en su casa. La Manuela lo coge  de un brazo y exclama: 
-¡A tu puñetera casa! 
Y Quisco, a media lengua  dice: 
-Pos el Guapo ha compao un cine. 
-¿Qué dices niño? ¡pa cines estamos! 
-Síii –contesta Quisco retorciendo el cuello-, y yo he visto una pini, pinícula… 
A la Manuela le pica tal curiosidad que, con el achaque de comprar harina, y tras dejar al Domingo entre la chacha y ella tendido en la cama y vestido, coge el canasto y se va a la tienda,  Con el oído puesto a todo lo que se habla, que no sabe a quién preguntar, pero pronto se entera porque  no hay otra conversación en la aldea. 
-¿Y ese aparato será de fiar? –pregunta a  la chacha que  tan curiosa como ella se  encuentran en la  tienda.
-Pos no sé, comadre, ¡cosas de los americanos! ¡Veremos que  se nos ha metío  en el pueblo! ¡Na  bueno, seguro, si es cosa del Guapo que le gustan las tías en pelota! 
-¡Pero si el Guapo ve menos que Pepe Leches!  -exclama la Manuela- 
-¡Ve lo que quiere que a mí no me la da con queso! -contesta la chacha.
Efectivamente,  el  Guapo  había comprado un televisor para su taberna, que se hartó de firmar letras. El primero que llega a la aldea  y el premio gordo para todos,    que la mayoría de los vecinos han visto ya una prueba.
El Calambre, pregonero oficial, al día siguiente, repite de esquina en esquina: -¡Mañana, festivo, en la taberna del Guapo  / se estrena/ un aparato nuevo / de cineeee / último invento rusooo! Por un refresco, una hora sentaos.
Y hay bulla, al día siguiente, que la taberna tiene poco espacio. El Guapo en la puerta y ante la avalancha que trata de entrar, empuja repitiendo:
-¡Acejaos pa tras que habrá tres funciones!
Enterado el Domingo e intuyendo las intenciones de l Manuela y de la chacha, exclama.
-¡Lo que nos faltaba; los rojos aquí en nuestra casa! Qu se vaya a tomar por culo el Guapo y su cine. Cosas del demonio.
Mirando a la Manuela que calla, dice:
-Te veo mu callá, y sé que la comadre se las da de mu avanza, pero tú de aquí no te mueves.
La Manuela, se levanta y con las manos en jarra, exclama:
-¿Qué no me muevo? ¡Pero que yo no soy tu perrillo faldero! ¡Que ya está bien de controlarme! y ¡pa qué lo que has liao en el sabio! Ni pienses asomar por el Guapo. Sí, la chacha y yo tenemos ya la entradas. ¿Qué pasa?



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