Como os dije ayer, amigos, hoy mi artículo del Diario Córdoba, es el
pequeño homenaje que puedo brindar a la mujer y en especial a mi madre en la
que siempre admiré su finura, delicadeza,
caridad en tiempos de tantas carencias, amor a los libros y a mi padre
sobre todo. Homenaje extensivo a todas las mujeres por su coraje, por su lucha y por sus muchos logros.
DIARIO CÓDOBA / OPINIÓN
8/03/2016
Fue un diez de marzo, cuando una mujer, mi madre, moría en un hospital de
nuestra ciudad, cuando los ciruelos japoneses y los pájaros emigrantes eran ya
preludio de eminente primavera. Hoy, para celebrar el Día de la Mujer quiero
evocar su recuerdo y con él, rendir homenaje a una generación de mujeres que,
como ella, no tuvieron más opciones que las marcadas por la tradición,
predicadas por la religión y asumidas sin más alternativa ni posibilidad de
elección.
Vidas y muertes de electro encéfalo plano: casarse, tener un montón
de hijos, trabajar sin descanso en el hogar y poco más. Hay quien opina que se
trataba de una deferencia heredada de los hombres hacia la mujer, al asumir
ellos los trabajos duros del campo --algo que también competía, por cierto, a
las mujeres--, el ir a la guerra, llegado el caso, como llegó, etcétera.
Impensable preguntar a la mujer si tal
privilegio era o no era de su elección, ¿Acaso el hecho de parir hijos,
criarlos, llevar a cabo los trabajos caseros eran "versos" de arte
menor?
Me siento, no obstante, orgullosa de mi madre que, por católica --en
palabras de ella misma-- tuvo nueve hijos a pesar de su pésima salud,
administró el gran llavero de todas las estancias de la casa, etc. Pero fue
mujer adelantada a su tiempo: era solidaria con los pobres, leía novelas,
tocaba el piano, era soñadora... La recuerdo en los últimos años de su vida,
con un rosario y un libro siempre entre las manos.
Para ella, y para todas las
mujeres, mi más sentido homenaje en este día en el que, en frase de un escritor
argentino, el grado de civilización de un pueblo puede juzgarse por la posición
social de la mujer.
Mucho camino andado pero quedan todavía muchas luces que
encender y muchas que apagar.
Un atardecer multicolor, como ¡ojala lo sea el de nuestra vida!
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