JUEVES SANTO 24 de marzo de 2016
Hoy, día grande del Amor,
ni quería, ni podía estar huérfana de vuestra compañía. Es por eso que aquí
estoy con algunas de mis frases sobre el amor, camino que he deseado y
deseo sea mi vida, porque, a pesar de
los desamores vividos, yo sigo creyendo y necesitando amor que dar y amor que
recibir. Que paséis todos un fraternal Día del Amor.
Ahí va mi beso y mi flor
El amor es una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las
excesivas temperaturas, trasplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en libertad. No hay flor que resista los caprichos que un mal día se le puedan ocurrir a un
mal jardinero. La flor del amor sólo se alimenta de amor.
“El amor es un vino que sirven las vírgenes del alba, que da fuerza a las
almas vigorosas y les permite alcanzar las estrellas”. Cada día hay que beber de él porque, de lo
contrario dejaremos secar la fuente y con ella nuestra vida se tornará desierto
intransitable. Por el contrario, el amor hará fértil, muy fértil nuestra
tierra. No dejemos de beber de él cada día.
Al nacer se nos puso en las manos
un libro en blanco para que plasmemos en
él la historia de nuestra existencia.
Pero al final, cuando tengamos que entregarlo, sólo se mirarán y serán válidas las
páginas escritas con amor.
Cada cosa, una vez; sólo una vez. En nuestras vidas la memoria de las
cosas debe tener por nombre, amor. Y en
ello debemos seguir trabajando porque este mundo, los seres humanos, todos precisamos
ternura, comprensión, amor… Es la única atmósfera donde podemos subsistir.
Debe ser algo terrible vivir sin amor. No puedo imaginar
un mapa genético sin que, en sus cuatro puntos cardinales, aparezca como factor
por excelencia, el amor, porque sabernos amados, saber que le importamos a
alguien, saber que somos objeto de atención y ternura es como un constante renacer con increíbles
deseos de superar dificultades, y es una especie de trance por el cual la ilusión toma tales vuelos que
en nuestras vidas parece como si se paralizara
el implacable almanaque del tiempo.
Sí, yo necesito el amor de, pero, ¿qué necesitarán
los demás? Puede que lo sepa. ¡Sí que lo sé!: Lo mismo, lo mismito que yo.
Entonces no hay margarita que deshojar. Digo, definitivamente,
sí al amor que todos necesitamos y que, desde mí, quiero repartir
generosamente, como madre, como amiga, como padre, como niña, amante...
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