Hoy, amigos, un día más, cuyo promotor no es otro que el comercio, porque
el amor, en todas sus vertientes, que son muchas, no tiene día, ni hora, os
digo: yo creo en el amor y puedo reconocerlo en cada gesto, palabra, mirada,
lágrima, sonrisa de cualquier ser humano, cualquier día y a cualquier hora.
Una anécdota de amistad, de amor,
me dejó descolocada hace unos días. Me
visitaba un buen amigo. Charlamos, relajadamente, de muchas cosas -algo difícil en estos tiempos-. Le tocó el
turno, ¡cómo no!, al cine, a las buenas películas. Le cité una de mis
favoritas, descatalogada, y que había buscado por todos los medios. No dijo
nada. Al día siguiente, por la mañana, Mensajería llamaba a mi puerta con un
pequeño paquete. No esperaba nada por lo que precipitadamente lo abrí:¡pero si
era mi película con una cariñosa dedicatoria! Emocionada, sorprendida,
maravillada, me dije: esto es amistad; esto es amor.
Por eso una vez más, le digo
gracias. Removiste, amigo, cielo, tierra y hasta lejanos países, pero, una vez
más, me hiciste creer en la amistad, en el amor.
Por eso, y por toda mi experiencia de vida, yo creo en el amor y puedo
reconocerlo en las maravillas del cielo y de la tierra. Y creo en el amor
porque creo en tu amistad.
Y por eso, yo estoy enamorada, mientras haya unos
ojos que reflejen los ojos que los miran. Mientras responsa el labio
suspirando el labio que suspira. Mientras sentirse pueda en un
beso dos almas confundidas. Mientras exista la palabra amistad. Mientras exista la poesía… Sí, yo seguiré enamorada del
amor, enamorada de la amistad…, enamorada de la vida.
Y por eso a vosotros, mis amigos
de este Blog os dedico esta rosa con mi beso y os digo: Al nacer se nos dio un
libro en blanco para que lo escribamos en el transcurrir de nuestros días. Pero
al final, cuando tengamos que entregarlo, sólo se mirarán las páginas escritas
con amor.
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