Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

22 mar 2019

ESCENARIOS DE SOLEDAD


Sí, plazas y jardines  son    escenarios elegidos por los ancianos para rastrear en  el silencio de árboles, pájaros, flores, fuentes…una vida  silenciada por los años pero que, como cálido rescoldo, avientan  con el único soplo que les queda: el recuerdo de lo que fue.

¡Cuánta soledad cerca de nosotros! Rozando nuestros pasos, que caminan siempre en imparables urgencias, están ellos.
Solos en compañía, compartiendo plaza, jardín, poyete, ruidos, silencios, pero… sus ojos buscan en distintas direcciones: pueblo, familia, amigos, historias… allí donde posan sus opacas miradas, se encuentran naciendo, luchando, sufriendo, gozando, ayer, pero en esta soledad de hoy, llena, no obstante, de misterios, cuando abren el micro del magnetófono, que es su alma, notan cómo ya sólo se  van grabando los sonidos largos, ¡muy largos! de las horas.
De sol a sol, mientras la ciudad eclosiona  en afanes, ¡qué solo y frío el escenario que protagonizan nuestros ancianos!

Pasos que no van a ningún sitio.
Ojos que miran y no ven.
 Labios sellados de los que huyeron sonrisas y palabras.
Corazones que laten al pesado ritmo de los días sin nombre.
¡Recuerdos, sólo recuerdos que buscan y encuentran, chispas de felicidad, en el índice del pasado, en la memoria perdida de las cosas!

¿Dónde vas abuelo? de sol a sol, transitas, peregrinas, buscas… pero, desde que decidimos que eras mayor, ¡muy mayor!, no dejamos para ti más camino que la soledad, más espacio que  la negra  pasarela del olvido, de la indiferencia,.

La vida con el paso de los años, inevitablemente, se va transformando para todos  en montón de pérdidas en las que sigue latente el pasado, única referencia, tal vez, de lo que fuimos y de lo que tan sólo queda la potente voz de los recuerdos sumidos en la cada vez más lejana memoria. 

PERO…
No no es el  tiempo, ni la edad  los   culpables de la soledad de los mayores. no, lo somos todos, cuando…
Les hacemos caer en la cuenta de sus torpezas.
Cuando tan sólo son número en nuestras casas.
Cuando, abandonados en plazas y jardines, no les dejamos más hora que la de comer y dormir.
Cuando permitimos que  su voz se torne silencio porque no hay eco que les responda.
Cuando dejamos que les sobren brazos porque de nada nos sirven.
Cuando, en definitiva, más que ellos, pensamos qué hacer con ellos...  
No consintamos jamás que un mayor se sienta inútil a nuestro lado. Démosle oportunidad de colaborar, de enseñar, de echar la mano que pueda a las cosas que pueda porque de ello dependerá su supervivencia.
Tiende una mano al mayor para que, sin miedo, se incorpore a los cambios elementales que todos experimentamos. Otra cosa equivaldría a dejarlos arrinconados sin remedio.
No hay mejor espejo para nuestras vanidades que contemplar el rostro de un mayor, cuando se siente de vuelta de todo.
Todos nos vamos haciendo mayores día a día y creo que sería necesario tener en cuenta la gran riqueza que pueden aportarnos las personas mayores y todo lo que pueden enriquecer nuestro crecimiento.

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