Hoy se celebra "El Día Internacional del Teatro". Un día para mí muy especial, ya que desde
niña, el hacer teatrillos era un de mis hobbies favoritos, hasta el punto
de crear mi propia “compañía” , cuando solo tenía diez años y a la vista de que mi hermana y sus amigas, que también hacían teatros, me rechazaban porque decían
que era muy sosa. En los patios de las casas, montábamos escenarios con sábanas
como telones y poco más. “El patio de butacas”
consistía en tablones apoyados en
piedras, adoquines que buscábamos
por todas partes. Mi padre, cuando se enteraba de que cobrábamos una perrilla
por cabeza, me obligaba a devolverla: ¡qué vergüenza
-decía-, la hija del director del Banco vendiendo
papeletas!
Pero
aquella niña que soñaba con el teatro, nada más pisar la primera escuela, en
horas extra, con niños y con mayores, organizaba teatros que representábamos
por los pueblos de los alrededores, trasladándonos en camiones con el equipaje
de disfraces y decorados a cuestas.
Para no
extenderme demasiado os cuento una anécdota que ya algunos habréis leído, pero
es que ha habido veces, a lo largo de mi
vida profesional, que me han sorprendido cosas que han funcionado sin que
ni tan siquiera lo pudiera imaginar. Este es el caso de José María -nombre
ficticio-, un chaval de once años, tartamudo, pero gracioso y querido por
todos los compañeros.
Con motivo de la fiesta de fin de curso, organicé un divertido guión de teatro. Para ello, la responsabilidad de adjudicar “papeles” la hacía siempre recaer sobre los alumnos. Sin ningún problema y por unanimidad, nombraron como protagonista a José María.
Con motivo de la fiesta de fin de curso, organicé un divertido guión de teatro. Para ello, la responsabilidad de adjudicar “papeles” la hacía siempre recaer sobre los alumnos. Sin ningún problema y por unanimidad, nombraron como protagonista a José María.
Por
supuesto acepté la decisión, pero me eché a temblar pensando el problema que
para él iba a suponer y, de cara a la puesta en escena, lo que se podía
organizar con aquel chaval de tartamudez más que evidente.
Ensayaron, prepararon disfraces, decorados, etc. Y todo con gran entusiasmo y algarabía, a veces, difícil de contener en el transcurso normal de las clases.
Nadie habló de la tartamudez de aquel alumno. Parecía como si los compañeros y compañeras, los mejores conocedores de tal problema, la hubiesen olvidado.
Ensayaron, prepararon disfraces, decorados, etc. Y todo con gran entusiasmo y algarabía, a veces, difícil de contener en el transcurso normal de las clases.
Nadie habló de la tartamudez de aquel alumno. Parecía como si los compañeros y compañeras, los mejores conocedores de tal problema, la hubiesen olvidado.
Por
supuesto, a mí me preocupaba, pero también observaba y callaba. Lo hablé con el
logopeda que también andaba preocupado y que me aconsejaba que, con cualquier
achaque, lo sustituyera. Pero no, el
sustituirlo me parecía profanar la decisión de sus compañeros y, por
supuesto, el entusiasmo del niño, sobre todo.
Y llegó
el día de la puesta en escena. El patio de recreo del Centro, transformado en
teatro, estaba rebosante de padres, madres, abuelos, tíos, vecinos... Con impaciencia se esperaba
la representación titulada “Tu hermano es un hombre”, parodia de la que yo soy
autora, y cuyo personaje principal, el padre. como ya he dicho, era José María.
Bueno,
ante la sorpresa mía, creo yo más que de la de nadie, aquel niño
pronunció palabra tras palabra sin atrancarse ni una sóla
vez.
Parecía milagroso. El logopeda, que le ayudaba, me miraba y sonreía; también él estaba sorprendido.
Parecía milagroso. El logopeda, que le ayudaba, me miraba y sonreía; también él estaba sorprendido.
Y lo más
curioso de todo es que aquel alumno, tartamudo de siempre, a partir de aquel
evento, jamás volvió a tartamudear.
En mis obras publicadas están repetidamente, comentadas las ventajas del teatro pero una vez más me refiero a ellas porque creo que es preciso repetir una y otra vez para que las cosas calen. Con el teatro se consigue una socialización natural y fluida, se enriquece el vocabulario, se aprende a leer modulando, se aprende a comprender, que es lo más interesante, se corrigen posturas, movimientos, soniquetes, se potencia la memoria, creatividad, etc. Y sumamente importante, también, los niños se sienten felices ensayando teatros, teatrillos, les llamo yo, por su extensión y sencillez, e incluso los de más edad, son capaces de escribir sus propios guiones.
De las muchas ventajas del teatro tenemos que deducir que no se trata de una actividad festiva y compleja para determinados días, como generalmente se entiende sino que debe ser práctica habitual en las aulas y desde mi punto de vista dando libertad a los alumnos para que entre ellos elijan personajes, decorados, e incluso los posibles disfraces que deben ser lo más sencillos posibles. A veces con una simple careta y siempre desde la creatividad y el mejor ambiente posible.
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