Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

9 may 2019

LA TRIBU



Esto era una vez  un hombre bueno y gran trabajador, dueño de una gran hacienda.  Un día reflexionó y se dijo: No es justo que yo tenga tanto, mientras otros hermanos míos mueren de hambre e indigencia. Venderé todos mis bienes y los repartiré, de forma equitativa".
Y el hombre bueno, sin pausas, comenzó a trabajar en justas reivindicaciones. De sol a sol, y de acá para allá, vivía entregado al servicio de sus hermanos los hombres.
 Sucedió que, un día, en el fragor de su lucha, acaeció un pequeño percance en el que se vio obligado a intervenir. Siempre desde el lado de la justicia, y cargado de razones, trataba de explicarse, de hacerse comprender, con palabras sencillas, con razones elementales, con palabras amables... No es justo –repetía-, no se puede  olvidar, pisotear, exterminar la tierra de otro.
De repente, una voz dijo:
-Este hombre miente; hacemos justicia tratando a todos por igual
-Sí, miente -corearon todos los presentes-. Llamemos, pues, a los guardias; todos somos testigos de su mentira.
-No -se alzó otra voz-. Si lo dejamos ir se podría dar a la fuga. Cojámoslo y encerrémoslo amordazándole la boca.
Y  así fue: lo encerraron y taparon  fuertemente la boca.
Pasado algún tiempo, el hombre bueno enfermó. En su agonía se interrogaba: ¿Cómo puede ser? ¡Si ellos eran mi causa! ¡Si por ellos he vivido pobre y marginado! ¿En qué les he fallado?
Y la voz interior que siempre responde, le habló:
No, tú no les has fallado, pero, ¿cómo no lo habías advertido a tiempo? Tú no eres de su tribu. Lo comprendieron sólo con verte. No obstante, te toleraron, mientras permaneciste callado; hoy, con tus justas verdades, has destapado sus mentiras.
Y el hombre bueno murió con una gran lección en el corazón y una gran paz en el alma.




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