A mi nieto Gonzalo, tras dieciséis años
Casi a la mano tengo aquel
día de tu nacimiento, cuando mis brazos fueron los primeros que te acunaron en
este mundo. ¡Que torbellino de sentimientos nuevos conmocionaban mi alma! Tu
llegada a mi vida era como si, retrocediendo en el tiempo, me hiciera madre de
nuevo por primera vez. Mis ojos fijos en tu realidad palpitante derramaron
lágrimas de emoción, al tiempo que un sin fin de interrogantes me crecían sin
respuesta en los adentros: ¿Te vería crecer sano y feliz? ¿Encontrarías en este
mundo ese lugar mágico donde la justicia, el amor... hacen `posible que
los hombres vivan en paz..? ¡Cuántas cosas, pequeño mío, soñaba para ti, tan
recién nacido que sólo eras la gran novedad que todos
contemplábamos como el
milagro que se nos vino a las manos en un día maravilloso de julio de hace ya
ocho, casi nueve años!
Y el tiempo ha ido dejando
atrás aquel primer gol que te hizo sentir, en tu gran ingenuidad,
protagonista y líder indiscutible, y dejó atrás tus primeras incursiones y
descubrimientos en precocidades que te desconcertaban: el grillo muerto, la
gente sin casa, los cajeros que no te daban dinero, el abuelo Mariano que no
caía del cielo con la lluvia... ¡Cuántos desayunos y juegos compartidos!
¡Cuántas noches llenando el gran hueco vacío de mi cama! ¡Con cuánta
avidez viviendo y sitiendo tus momentos!
Pero he aquí que se te
avencina un gran acontecimiento: tu Primera Comunión, algo que no obstante,
parece ser mucho más importante para los demás que para ti. Algo, sí, fue
problemático para tus pocos años: la confesión. ¿Qué tengo que decir, mamá..? -
preguntabas con tanta ingenuidad que daba pena escucharte. Y los mayores
empeñados en elevar a la categoría de pecados pequeñas faltas
de educación.
Mi querido niño: En este día
quiero dejarte un mensaje para cuando sepas entenderlo: sólo pecan los que no
tienen amor en sus corazón. Por eso, que este gran día, sea, ante todo, un paso
que inconscientemente, hoy, con responsabilidad, mañana, te haga caminar
siempre en el maravilloso Mandamiento del amor. También hoy me emociono:
has crecido.
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