Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

18 may 2019

Piel de Dios


En alboroto de mercadillo  en tiempo de  vacaciones, perdí mi reloj. Muchas  urgencias que cumplimentar me reclamaban horas y, pronto encontré  un elemental recurso: el tenderete de un hombre de piel negra, al paso. 
Él, joven, robusto, negro azabache con vestiduras orientales, con sumo agrado me mostraba su mercancía en tanto unas  palabras casi suplicaban: ¿me deja que se los pruebe?  Con delicadeza extrema, reloj por reloj los ajustaba a mi muñeca y ni tan siquiera sus dedos la rozaban.
Ausente de la urgencias, de las prisas, de la hora, de los modelos, del precio, eclipsada en una agradable sensación, también mis palabras de súplica: en su muñeca puedo  apreciarlo mejor, ¿me deja?
Extendiendo su brazo, exclamó: ¡faltaría más! Le ajusté la cadenilla  de un pequeño reloj y en mi deliberado cometido, un leve roce, cálido y suave, y  una súbita sorpresa: la piel no tiene color. Es tan sólo piel. 
Me alejé con el reloj en mi muñeca y con una sensación clara de que había rozado la piel de Dios.


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