Bueno, pues resulta que ayer, sobre todo por la mañana, fue
un mal día para mí. Sí, malo, y no es que me sucediera nada especial. Solo que
ni tan siquiera tenía ganas de ver la luz. Me dolía todo y nada. Me agobiaba
todo y nada. Me preocupaba todo y nada. No sé si quería llorar o reír. No sé si
quería compañía o me molestaba. Sonó el
teléfono dos veces y no lo descolgué.
Llamaron a la puerta y no abrí. Estaba así como entumecida, incapaz de darme
respuestas, de reaccionar. Estaba bloqueada y sin clave de desbloqueo: ni ganas
de comer, ni de beer, ni de escribir, ni tele, ni nada de nada. Que qué hice.
Ahí voy:
Me encerré en una salita que mis amigos más íntimos llaman de la musas, por la cantidad de libros
de videos, etc. que hay. Eché la
persiana hasta quedarme a oscuras total, me senté y cerré los ojos y no sé cómo
me encontré hablando con mi cuerpo: vamos a ver, corazón, que con eso de
ser la máquina, me preocupes. Quiero
sentirte latir porque te noto lento, lento. ¿Y qué quieres, si has estado tres
horas sin moverte del ordenador? Me tienes aburrido. ¡Date un paseíto, mujer y
verás como me acelero! ¿Y tú, don hígado que te crees señor de mi cuerpo? No tendrás queja: ni bebo
alcohol, ni como grasas, ni dulces... ¡Tú te lo pierdes, niña! ¿Qué? Ay,
perdona, quería decir que eso está bien, pero no te prives tanto que si no me
das trabajo... ¡Una copita, un choricito de vez en cuando, unas tapitas de
queso que tanto te gusta... ¡Si es que me estoy volviendo hígado de cabra con
tanto verde como comes! Pues, no digamos yo. ¿Y qué eres tú? Soy tu estómago,
princesa. ¿Y qué te pasa a ti? Pues que no aguanto las cenas, sobre todo, de nada con tres
galletas mojadas en agua. ¿Dónde se ha visto con lo chocolatera que eras?
¡Anda, anda que se me están pegando las paredes! ¡Cómete un buen bocata y dejas
los tres palillos reglamentarios! Pues
con quién yo quiero hablar es con don colon. ¡Vaya problemas que me
creas!¿Tú te crees? Toda la vida luchando contigo a cuestas. ¡Y venga poleos y venga manzanillas...! ¿Me culpas a
mí de tu mala administración de todo? Sentimientos, comidas, cariños
preocupaciones, recuerdos... ¡Que es tu sistema nervioso el que me trae a mal
traer y que me llenas de aire! Ya te lo han dicho miles de veces: no corras
tanto, criatura, ni te preocupes hasta
si no oyes maullar al gato de tu vecino. Y yo soy el páncreas: ¡que te
comas esa milhojas que miras con ojos golositos! ¿No ves que me vengo abajo nada más que te pones de pie? ¿Puedo hablar?
Soy tu cabeza. Habla, pero no sé de qué puedes quejarte tú. ¡Ufff! ¡Trabajo
mucho, mucho, una barbaridad! Pues no es nada las historias que te montas con
eso de la creatividad! Y claro, luego estás mareada, tienes sueño, estás como
ahora mismo: hecha una .... Pues, tú sí llevas razón, pero es que no paras de
charlarme e inventarme cosas y más cosas, y así me agotas, se me pega la comida, tengo sueño,
pongo erratas en la escritura... Y etgno
mi ratito de relajación diaria... Sí, ¡menos mal! Porque de lo contario, loca,
loca Mira por donde, mi columna es la más calladita y es la que más sufre. No te preocupes; haré por ti lo que pueda.
Sí, mujer; no me abandones....
¿Y qué pasó? Pues que me levanté, abrí ventanas y me dije: ¡a
ordenar libros, muchacha! ¡A vivir dejando la vida fluir y se encargará de lo que tenga que pasar.
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