Preciosas jaras de mi sierra cordobesa
Cae la noche en
un apagar de luces que no obstante
siguen espléndidas, nostálgicas, graciosas..., como lluvia
de estrellas que me deslumbran mi alma de universo sacado tantas veces de la nada
Aquí, frente al
encapotado horizonte, filigrana de nubes que vagan sin prisas por entre el negro azulado de la noche, escucho
temblar un rumor que me danza por las
venas en irisado ramo de canciones a la
vida:
¡Cuánto aire! ¡Cuánto cielo! ¡Cuántos ecos.. !
¡Cuánta belleza! ¡Cuánta alma!
No quiero
palacios ni reyes. ni glorias mortales. No quiero manidas canciones, No quiero,
no, rosas quemadas... Un camino, ¡eso sí!, un camino de blancas estrellas por el que entonar
himnos de libertad, de amor a la vida.
Una mirada, ¡eso
sí! por donde asomen crepúsculos y auroras por donde un dios creador me mire en
tanto, cabalmente, bordo la sutil estela
de un relámpago
¡Qué solitario mi
bosque de felicidad!
Silba el viento;
¡puedo oírlo! Háblame, dios, y dime. ¿Adónde voy? ¿Quién soy? ¿Para qué nací?
pero, ¡si no me conozco! ¡pero si no sé nada de mí! ¡Qué desconcierto! Camino
con ojos vendados, pero noto, lo sé, eso sí, que cae la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario