Una estrella, un faro... No faltan; hay que buscarlos
Queridos amigos y amigas: También yo he escrito
mis cartita a los Reyes Magos. Sí, para esos
sacos que llevan vacíos por si se
nos ocurre dejarles algo ya que también a ellos les gustan los regalos. El mío,
una carta para ese dios que está en ti y en mí, en todos y no colgado del cielo
como un guiñol, carta que quiero
compartir con mayores y jóvenes porque ya todos
sabemos “leer”, como mínimo. Se trata de mi oración de cada día y que
dice así:
Padre mío que estás en los cielos: En este día,
quiero pedirte el pan que más necesito
como alimento. Tú que siempre me lo diste, sé generoso en esta hora y escucha
mis ruegos:
No permitas que los años me hagan insensible a mi realidad
presente.
Quiero seguir ser canción, esperanza, caricia, beso para cada ser humano, sin que me
importe el color de su piel, su nombre, su país... Sólo, sí, sólo su mirada
fija en mis manos de
madre, de abuela… De hermana, siempre para todos.
Padre mío que estás en los cielos: quiero
santificar cada hora que el reloj implacable del tiempo me vaya recordando mis achaques y deterioros.
Quiero aceptar en paz la soledad y el dolor. Quiero ocultar lágrimas y repartir
sonrisas. Quiero tener las manos tendidas en la dirección del amor.
Padre mío que estás en los cielos: venga a mí tu reino, aquel dónde yo pueda seguir
siendo zahorí del jardín maravilloso del mundo... No me importa que la parcela
sea pequeñita. ¡Déjame, al menos, una
flor!
Venga a mí tu reino, aquel dónde la injusticia
no me sea indiferente, dónde la ilusión
siga alumbrando este camino que me va a
cercando a grandes pasos a ti, al tiempo que me va alejando de mí.
Venga a mí tu reino de paz, sí, la paz del
deber cumplido, con fallos, con errores,
con olvidos...¡Soy humana! La paz que hoy, minuto a minuto, quiero crear, compartir... Quiero vivir. La paz en la que
deseo morir.
Padre mío que estás en los cielos: hágase tu
voluntad, sin que me revele, sin que me asuste, sin que te reniegue., sin que
deje por ello de luchar.
Líbrame de la arrogancia, de la hipocresía, de
la envidia...Líbrame de caer en pesimismos y lamentos...
Dame. Señor, cada día, el pan que me torne a mi
realidad de hoy para que sin nostalgias, sin temores, siga construyendo, caminando...Y
no permitas que ciega a mi realidad, me
proclame joven y virtuosa; tampoco vieja y necia.
¡Dame, Señor, tu pan..! Tú pan es el bocado que
más necesito para que mi AMEN definitivo
sea un cántico de gloria que desearía se se extendiera por el mundo como el mejor himno
de paz por los siglos de los siglos...
¡Ah! También quiero que se me arregle el frigo
que, ¡vaya lata que me está dando! Hasta el año que viene y buen viaje. Os
quiero.
(Puede que alguno/a esté en mi página de facebook por lo que pido excusas si lo ha leído en ella)
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