DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
Hoy, me despido,en esta columna, del verano y quiero hacerlo de la mano de amigos
que en estos últimos años han dado un sentido nuevo a mi vida. Sí, amigos
virtuales en redes sociales, tan mal entendidas, a veces, tan criticadas, muchas,
tan mal usadas casi siempre e incluso despreciadas por parte de la
intelectualidad.Bueno, pues yo debo ser plebeya, porque, cuando ceso en mi
apretado caminar a lo largo y ancho de los días, cuando la soledad llega y se
acentúa con las lentas horas del día o de la noche, mi mejor opción es la
comunicación virtual. Allí encuentro amigos que con sus palabras cálidas, con
sus ocurrencias a veces tan divertidas, con sus mentirijillas, con sus
problemas... acabo por sentirlos aquí, cerca de mí, como lo están mis peces,
mis plantas, como lo está la luna que lentamente va pasando por el cielo de mi
terraza. Y ellos, amigos invisibles, se esfuerzan, nos esforzamos por dar de
nosotros lo mejor que tenemos e incluso, inventamos, disimulamos, cuando al
otro lado, el amigo, la amiga está deprimido, enfermo, solo…
Para mí, allí donde haya seres humanos, está la auténtica vida, la
de diario, si queremos, pero, en definitiva, la más generosa y desinteresada,
la vida de gente, sin duda, con frustraciones y problemas, como todos, pero que
desde la virtualidad, lo mismo tiende una mano para acariciar, que la alargan
para ser acariciada. Y en mi empeño por promover valores, no sé si logro
siquiera remover la tierra, pero, seguro, seguro que recibo mucho: la ilusión de
compartir la cotidianidad, tan cargada de agridulces que fácilmente se pueden
indigestar y hasta enfermarnos sin remedio.
Por eso, a mis amigos de redes, gracias. Es verdad que hay gente
para todo, pero basta con
una callada por respuesta. No conozco la mayoría de vuestros rostros, amigos, pero sí algo de vuestras
almas. Y eso es exactamente lo que busco, lo que necesito, lo que buscamos y
necesitamos todos: alma.
Y añado unos versos del gran Antonio
Machado: Moneda que está en la mano, / tal vez se deba guardar. /
La monedita del alma / se pierde si no se da.
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