Hoy, vísperas de fiesta en Andalucía, un breve relato
Un gorrión, en su débil vuelo, se detuvo en la rama de un gran árbol.
La rama, molesta, se quejó:
-Vete; pesas
mucho. No puedo soportarte.
El gorrión, levantando el vuelo, exclamó:
-¡Perdona,
perdona! No había reparado en mi peso; sólo en tu grandeza y en tu fresca sombra.
Y se alejó.
Poco después, un fuerte viento zarandeó al árbol de tal
manera que sus ramas barrían la tierra y muchas de sus hojas, arrasadas por el
huracán, volaban en vertiginosos remolinos.
El gorrión, cobijado en el alero de un tejado, observaba al
árbol y se decía: ¡qué pena cómo el huracán está golpeando a este hermoso árbol!
Cuando pasó el viento, el gorrión se acercó al árbol y le dijo:
-¡Cuánto he
sufrido viéndote azotado por el huracán!
-¡Qué equivocado estás,
pequeño gorrión! -contestó el arbusto-. Soy fuerte. Tus pequeños ojos han debido
confundirme con alguna hierbecilla del campo.
Estaba hablando el árbol cuando le crujió una rama y cayó
al suelo.
-¡Vete, vete!
-gritó- Ya te dije que me hacías daño con tu
peso. ¿Quién reparará el mal que me has ocasionado?
El gorrión, sin
contestar, se dijo: buscaré para descansar un arbusto. Está visto que los los
grandes, , además de necios, son débiles, son un peligro..
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