Jamás llames malo a un niño. Si crees que lo es, averigua la causa porque si no lo haces, el único rotundamente malo serás tú.
Si un niño dice que dos y tres son ocho. No lo descalifiques. Investiga porque seguro que tiene sus razones para creerlo así.
Una madre buscaba desesperadamente a su hijo que no encontraba por ninguna parte. Caía la tarde, cuando el niño apareció tranquilamente con un amigo. La madre se abalanzó a él exclamando: ¡Qué susto me has dado, hijo! No te vuelvas a perder nunca más. El niño exclamó: ¡Si yo no estaba perdido! Estaba en las rocas viendo pescar. La que estaba perdida eras tú.
Un niño me preguntó: Maestra, ¿dios es gigante? Le contesté: Dios es como tú. Entonces el niño sonriendo exclamó de nuevo: Entonces sí es gigante!
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