Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

28 dic 2016

Somos lo mejor que tenemos

     Hace unos días uno de mis amigos de Facebook   me hablaba de una de mis obras: SOMOS LO MEJOR QUE TENEMOS, obra que, a nivel personal más satisfacciones me ha dado por ser muchos los lectores que me han ido confirmando lo mismo que me decía este amigo: el mucho bien que les ha hecho. Creo que el mayor éxito reside en no contar por contar sino en el estriptís que quise hacer de mi propias experiencias, pensando que, personalmente, no me valen teorías, consejos, sino la práctica de alguien que haya pasador  por lo que escribe.

Hoy os traigo un fragmento de prólogo porque creo que nos puede ser útil a todos.   


La primera experiencia que quiero transmitirte, amigo,  y a modo de introducción, comenzó tras la muerte de mi marido, hace ya diez años. Hasta entonces creía contar con buenos amigos: literatos, maestros, médicos, sacerdotes, psiquiatras, psicólogos...  Con todos ellos me había relacionado de forma cordial, amigable y frecuente, haciéndolos objetivo de mi confianza y afecto, así como erigiéndolos, más o menos, en consejeros, censores, confidentes de mi problemática  y compleja vida.
Pero he aquí que, transcurridos dos o tres días, ni uno más, de tan triste acontecimiento, mi casa se silenció de visitas, cartas, llamadas... No podía entender. Mentalmente, “pasaba lista” de nombres, circunstancias,  palabras... y hasta los más íntimos, los que mejor conocían mis sentimientos más profundos, los que con más motivos podían imaginar mi soledad y dolor, se olvidaron de que los necesitaba, de que me urgían  sus palabras, su afecto... su presencia.
Y me refugié en mis hijos y en mi trabajo en una auténtica escalada, día a día, de dificultades nuevas, de situaciones desconocidas y sobre todo, en la difícil maratón de vivir sin él, incondicional y amoroso compañero de treinta años.
Pero me negué la necesidad de seguir llamando de “puerta en puerta”, suplicante como niña asustada. Me decidí a ser, en lo posible, mi  mejor amiga, mi propio médico, psiquiatra... psicólogo. Me decidí, en definitiva, a ser adulta.
Y aprendí algo importante y transcendente para mi futuro más inmediato: en s Y también: ¿Qué podían darme las palabras, la compañía de los demás que yo no pudiera decirme, darme..? ¿Acaso no eran todos seres tan mortales,  limitados, imperfectos como yo..?
Comprendí, en su más dilatada   dimensión, aquello de que... Buscar en soledad la verdad es caer en la cuenta de que el hombre es un ser solitario que necesita la presencia de los demás para creerse acompañado, comprendido y amado.

En definitiva: somos nosotros mismos lo mejor que tenemos. 

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