Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

3 ene 2016

Una tierna anécdota

Queridos amigos: una breve anécdota de tal ternura que  me llegó a lo más profundo y ahí  se quedará  para siempre.

Ocho de la tarde. Mis tres nietos –los más pequeños-, por razones del trabajo de sus padres, pasan unas horas conmigo. Los tres son buenos y obedientes por lo que  no me causan trabajo alguno. Pero ayer no me encontraba bien; tenía algo de fiebre por lo que les dije: hoy tenéis que ser muy buenos porque estoy un poco malita. 
El chiquitín –seis años- se levantó y en unos instantes volvió con una mata pequeñita colocándomela con tanto esmero que me tapó hasta los ojos. Cuando ya se iban y al despedirse con un beso, les dije: no, no me deis besos hoy  no sea que os contagie de algo.
Los dos mayorcillos traspusieron con su padre, pero el chiquitín, se retrasó unos minutos  frente a mí, con los ojos lacrimosos. De pronto, se arrojó a mi cuello en tal abrazo que no me lo podía quitar de encima.

Casi nada puede parecer, pero, ¿hay algo más desinteresado, limpio, generoso, tierno…, que el abrazo de un niño que, aún comprendiendo lo que les decía, no le importó? 
¡Qué tesoro son los niños y qué poco, a veces, los comprendemos y atendemos como merecen por edad e inocencia.


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