Antes de dar, pues un paso, emitir un voto, guiado por los demás,
detente a contemplar, no tu individualidad, sino la parte de todo, y de todos,
que eres y verás cómo ese paso marcará profunda huella
en el albero de tu caminar, si lo das con responsabilidad.
Mi querido Gonzalo: Tus dudas, tus repentes, tus
contradicciones… son para mí como descubrimientos que me llevan a colarme en tu
piel y sentir que, a pesar de tus diecisiete años, sigues siendo un niño, pero
un niño que empieza a cuestionarse la vida, las responsabilidades y los
comportamientos humanos. De ahí que no encajen en tu mente, y menos aún en tu
corazón, los vaivenes de una sociedad que te sirve en bandeja manjares que,
mezclados con sustancias contaminantes, empiezan a causarte como indigestión y
te crean incertidumbres que vomitas de
forma tan ingenua y natural que me emociona el oírte y casi me deja sin respuestas.
Hace años caí en la cuenta de que nadie tiene esa verdad absoluta que
tú buscas con los oídos bien abiertos a lo que decimos los mayores, sobre todo.
Esa verdad te la tendrás que fabricar tú solo, con la experiencia que te irá
dando la vida. Los humanos somos vulnerables, somos pura necesidad de tener
seguridades. Y las buscamos, apoyándonos en otros tan frágiles o más que
nosotros.
No encontrarás mejor soporte, mejor bastón que aquel que vaya
creciendo en tu interior y que con voz poderosa te dictará cómo y qué hacer en
cada caso. Los seres humanos nos parecemos mucho todos y es por eso que hay que
disculpar los errores ajenos, ya que de
igual forma nosotros podemos caer en ellos. Sucede que los caminos, la
formación, la familia, todo influye en la forma de ser de cada uno. ¿Has
pensado alguna vez por qué se emborrachaba aquella tu profe de Religión? Puede que
tuviera un grave problema del que trataba de olvidarse, puede que, por alguna
razón, nadie le habló a tiempo de los riesgos de la bebida. ¡Cualquiera sabe!
No se debe, pues, juzgar tan solo por lo que vemos, hay que mirar más allá de
lo que no vemos. Un día en la playa estaba yo haciendo fotos a las olas. Un
marinero que me vio me dijo: Si quiere fotografiar las maravillas del mar, no
mire solo las olas; mire a lo más profundo. Y jamás olvidé aquella lección:
Siempre hay mucho más de lo que vemos en un simple mirar. ¿Entiendes, verdad?
Tu abuela, esta que tanto te quiere, te he dicho, cayó en la cuenta,
hace ya muchos años, de lo sabia que podía ser, si se alejaba de la manadas, de
la bandadas y como águila volaba sola pero muy alto para poder ver con
perspectiva el auténtico valor de
todas las cosas. Antes de dar, pues un paso, emitir un voto, guiado por los demás, detente a contemplar, no
tu individualidad, sino la parte de todo, y de todos, que eres y verás cómo ese
paso marcará profunda huella en el albero de tu caminar, si lo das con
responsabilidad.
Y, si así lo haces, ¡seguro, seguro! que sabrás a quién votar. Seguro
también que descubrirás a quién votaba tu abuela. Te quiero.
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