Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

1 abr 2018

DOMINGO DE RESURRECCIÓN EN EL PUEBLO


En mi línea  de ser fiel a mis recuerdos, tengo que confesar que, cuando el Resucitado –perdido en la guerra- volvió a ocupar su lugar muy bien definido en la  Semana Santa de nuestro pueblo, yo andaba, entre estudios y otras cuestiones, algo alejada del pueblo, pero sí conservo de algún año, la grata percepción que me producía el saber que muy temprano Jesús Resucitado estaba en las calles de nuestro pueblo, enarbolando la bandera de la paz, del triunfo de la vida sobre la muerte. Y las tradiciones se renovaron, y año  tras año.se han ido mejorando, progresando....   porque la historia de los pueblos no la puede borrar la barbarie; siempre quedarán  ecos que nos reconducirán al camino de ayer con renovadas ilusiones para mejorarlo.
Y con los años tuve la suerte, como he dicho, de ser pregonera de esta singular y hermosa Semana Santa de mi pueblo.
 Cito, muy resumidas, algunas de mis propias palabras, salidas más del corazón que de mis labios, entonces, y de mis recuerdos, hoy, y que resumen de alguna manera el fervor de todos los tiempos.
"...Semana Santa que viene a ser como la reencarnación de todos los tiempos, de todos los hombres y mujeres de Villa del Río que, con su peculiar personalidad, fueron perfilando esta original, esta singular forma de entender y celebrar, entre nosotros, la Semana Santa".
 Jueves Santo con espléndidos oficios, monumento, horas de vela, jubileo, etc.
Viernes Santo, con nuestro peculiar Sermón  de la plaza:  Nuestro Padre Jesús se dirige a la plaza. Allí la tradición y la historia petrificadas en un ancestral castillo, allí, a mano de su túnica morada, las viejas aceñas del río, los tamujares del puente romano, los chispeantes murmullos de los modernos surtidores, allí, ante su Nazareno, puede escucharse  el sobrecogedor silencio de un pueblo que espera, que suspira, que, año tras año, espera, sueeña  el encuentro con el apóstol amado, Juan, el encuentro con la mujer pecadora, María Magdalena, el encuentro, dolor y angustia, con su madre, Nuestra Señora de la Soledad.
¡Y cuántas lágrimas derramadas al repique del tambor! Son los recuerdos de otros tiempos, y son los años vividos en tradiciones que nos hicieron crecer en amor a nuestro pueblo, y son ausencias de seres  queridos que nos precedieron y que otras Semanas Santas, presencia viva, estaban allí, como están los naranjos, las cigüeñas, como sigue, y nos embriaga, el azahar en primavera.
"Lágrimas hay en el aire / reflejos de luna verde / mi Dios con temblor de cirios / por la calle viene"
Y la sentencia cantada se cumple, y el cuerpo ensangrentado de Cristo, sobre la cruz clavado, a hombros de briosa juventud, recorre las calles del pueblo que se torna alfombras de luto, mantillas, saetas, tambores, trompetas... Lloran el Paseo del Lirio y las aceñas del Guadalquivir;  lloran mujeres y hombres; llora el mundo; se oscurece el sol. Dios ha muerto y un toque de queda nos conjura a velar con fervor, con esperanza, con amor, porque al tercer día, Cristo resucitará.  
Sí, hoy es Domingo de Resurrección y todo es alegría, fiesta, vida nueva para un pueblo de “lutos” y rigores. No obstante, este soleado domingo bien podría ser un punto final a lo vivido bajo el signo del desánimo, pereza, rutina, cansancio... Hoy es día de resurrección, día de elegir el camino  de luz a seguir, luz que nos conduzca a la esperanza serena de vivir, haciendo vivir cosas nuevas: una rosa, unas palabras, una canción, un te quiero, una mirada, una sonrisa, también una lágrima-
Ánimo, amigos, empecemos ya y no dejemos que esta Semana resulte una anécdota, un cuento de pasos, tambores, inciensos, etc. sino que tras ella, salgamos cantando el aleluya en una nueva vida. 

Yo estreno  ya esta semana de Pascua con lo que ahora tengo más a mano solo dos palabras: os quiero

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