En mi línea de ser
fiel a mis recuerdos, tengo que confesar que, cuando el Resucitado –perdido en
la guerra- volvió a ocupar su lugar muy bien definido en la Semana Santa de nuestro pueblo, yo andaba, entre estudios y otras cuestiones, algo alejada del pueblo, pero sí
conservo de algún año, la grata percepción que me producía el saber que muy
temprano Jesús Resucitado estaba en las calles de nuestro pueblo, enarbolando
la bandera de la paz, del triunfo de la vida sobre la muerte. Y las tradiciones
se renovaron, y año tras año.se han ido
mejorando, progresando.... porque la historia de los pueblos no la puede
borrar la barbarie; siempre quedarán
ecos que nos reconducirán al camino de ayer con renovadas ilusiones para
mejorarlo.
Y
con los años tuve la suerte, como he dicho, de ser pregonera de esta singular y
hermosa Semana Santa de mi pueblo.
Cito, muy resumidas, algunas de mis propias
palabras, salidas más del corazón que de mis labios, entonces, y de mis
recuerdos, hoy, y que resumen de alguna manera el fervor de todos los tiempos.
"...Semana Santa que viene a ser como la
reencarnación de todos los tiempos, de todos los hombres y mujeres de Villa del
Río que, con su peculiar personalidad, fueron perfilando esta original, esta
singular forma de entender y celebrar, entre nosotros, la Semana Santa".
Jueves Santo con espléndidos oficios,
monumento, horas de vela, jubileo, etc.
Viernes
Santo, con nuestro peculiar Sermón de la
plaza: Nuestro Padre Jesús se dirige a
la plaza. Allí la tradición y la historia petrificadas en un ancestral
castillo, allí, a mano de su túnica morada, las viejas aceñas del río, los
tamujares del puente romano, los chispeantes murmullos de los modernos
surtidores, allí, ante su Nazareno, puede escucharse el sobrecogedor silencio de un pueblo que
espera, que suspira, que, año tras año, espera, sueeña el encuentro con el apóstol amado, Juan, el
encuentro con la mujer pecadora, María Magdalena, el encuentro, dolor y
angustia, con su madre, Nuestra Señora de la Soledad.
¡Y
cuántas lágrimas derramadas al repique del tambor! Son los recuerdos de otros
tiempos, y son los años vividos en tradiciones que nos hicieron crecer en amor
a nuestro pueblo, y son ausencias de seres
queridos que nos precedieron y que otras Semanas Santas, presencia viva,
estaban allí, como están los naranjos, las cigüeñas, como sigue, y nos
embriaga, el azahar en primavera.
"Lágrimas
hay en el aire / reflejos de luna verde / mi Dios con temblor de cirios / por
la calle viene"
Y
la sentencia cantada se cumple, y el cuerpo ensangrentado de Cristo, sobre la
cruz clavado, a hombros de briosa juventud, recorre las calles del pueblo que
se torna alfombras de luto, mantillas, saetas, tambores, trompetas... Lloran el
Paseo del Lirio y las aceñas del
Guadalquivir; lloran mujeres y hombres;
llora el mundo; se oscurece el sol. Dios ha muerto y un toque de queda nos
conjura a velar con fervor, con esperanza, con amor, porque al tercer día,
Cristo resucitará.
Sí, hoy es Domingo de Resurrección y todo es
alegría, fiesta, vida nueva para un pueblo de “lutos” y rigores. No obstante,
este soleado domingo bien podría ser un punto final a lo vivido bajo el signo
del desánimo, pereza, rutina, cansancio... Hoy es día de resurrección, día de
elegir el camino de luz a seguir, luz
que nos conduzca a la esperanza serena de vivir, haciendo vivir cosas nuevas:
una rosa, unas palabras, una canción, un te quiero, una mirada, una sonrisa,
también una lágrima-
Ánimo, amigos, empecemos ya y no dejemos que esta
Semana resulte una anécdota, un cuento de pasos, tambores, inciensos, etc. sino
que tras ella, salgamos cantando el aleluya en una nueva vida.
Yo estreno
ya esta semana de Pascua con lo que ahora tengo más a mano solo dos
palabras: os quiero
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