ISABEL AGÜERA
EL neurólogo y psiquiatra austríaco
Frankl Viktor, sobreviviente del Holocausto, tiene frases que nos vienen como
anillo al dedo a la situación actual que estamos viviendo: «Cuando ya no
podemos cambiar una situación –dice- tenemos el desafío de cambiarnos a
nosotros mismos». Y efectivamente poco o nada podemos hacer para huir de este
obligado reclutamiento que estamos viviendo en nuestras casas. Dice también:
«quien tiene algo por qué vivir es capaz de soportar cualquier cómo».
Yo creo que ambas frases tienen
significado justo, sobre todo para los jóvenes que tan mal llevan verse
privados de su ritmo de salidas y reuniones con amigos. Se sienten enjaulados,
prisioneros sin causa provocada por ellos, y es cierto que ni a jóvenes ni a
mayores nos apetece estar todo el día unos frente a otros, mirándonos las
caras, más bien de mal humor y sin cesar de ir y venir al frigorífico que
parece ser el único relajante que apacigua por poco rato la pereza de los
ánimos.
No obstante, si como dice Viktor
Frankl no podemos cambiar ni exterminar al virus rey, tenemos el desafío de
cambiarnos a nosotros que seguro nos está haciendo falta aprender a vivir con
menos estrés, nos está enseñando cuánto necesitamos de los otros y de ahí los
inventos de los bailes y canciones desde balcones y ventanas, forma única
posible de comunicarnos en esta impuesta cuarentena en la que uno mismo puede
crearse un micro universo de posibilidades a su alcance: una buena película,
una conversación por el móvil, consultas curiosas a Internet, leer, escuchar
música y sobre todo, reflexionar en cuánto tenemos y no lo valoramos hasta que
nos vemos privados de ello. Por otra parte, reflexionad en tantos millones de
seres humanos que no tienen ni cama ni comida, ni libertad y pasan por la vida
privados de todo. Y sobre todo, amigos, todos tenemos algo por lo que desear
vivir, luego tenemos que soportar del mejor grado posible, el cómo.
* Maestra y escritora
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