Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

30 oct 2015

Carta a un amor que nunca fue

Hoy, amigos, aniversario de una amistad que, a través de un chat duro casi tres años y un día desapareció para siempre. Era  alguien que me llamaba cada noche, que me hablaba, que me hacía llegar el sonido de las olas de su mar, alguien a quién llegué a querer, alguien a quien a  pesar de  más de una década de silencios, sigo queriendo sin recor, aún sin saber si vive, si sufre  si es feliz.
Un día, escribí esta carta al viento. Hoy la escribo y puede que le llegue a través de este medio. No quiero nada; tan solo desearía saber  por qué


No, no hay  huracán que pueda arrasar recuerdos de 
momentos, días  vividos con amor e ilusión

¡Muchos años! Sí, muchos  en una incesante caída de días  en este  almanaque de olvidos, recipiente, no obstante, donde mis rosas siguen frescas, alimentadas por  mieles de amor y esperanza.  Días, hojas que el viento  arranca, pisotea y se  empeña en  arrojar sin piedad a este río imparable en crecidas que es mi alma. Pero esta noche, ¡qué noche! ¡Qué bello  sueño en mis pupilas dormidas que, seductoras, sostenían en vilo tu mirada, fragor de mares huracanados, mientras mis manos pequeñitas acariciaban las tuyas  prisioneras de tantas promesas rotas!
Sigilosamente, iba a ti;  ¡para estar contigo! Sí, quería que siguiéramos juntos, huellas de agua y cielo en la paz silenciosa del universo,  trono de música, rumor de nubes,  delirante torbellino de solemnes campanas.
Quería  decirte las palabras más bellas,  sinceras, las más tiernas y amorosas. Quería decirte que sigue vivo tu rostro en aquellas fotografías casi robadas en un instante que se me caen de las manos, hoy.
Y quería decirte que guardo tus palabras sostenidas en el centro de un calmado lago de silencios, hoy.
Y quería decirte que los recuerdos  se me hacen tan vivos, tan cálidos que me arropo en ellos y se tornan música nostálgica, hoy.
Pero, ¿y tu voz? Quería decirte que en mi pueblo hay una sonora fuente, cuya voz jamás deja de cantar el rumor vivo de las entrañas de la tierra, y hay campanas cuya voz doblan a muerte o repican a fiesta. Y hay lluvia en los otoños, voz  que torna y  hace florecer  acequias, y correr  ríos.
¡Cuántas voces  siguen vivas en mí! Pero, ¿y la tuya? Quería decirte que  la estoy perdiendo, casi la he perdido,  casi se me ha muerto en el  silencio oscuro de mi mente. Quería decirte… No, no dije nada, porque de pronto, en la carroza blanca de mis sueños, llegaste, pero tu corcel de sueños, volvía a ser calabaza de frías realidades. ¡No te vayas! –te suplicaba- ¡Tan sólo por esta noche quédate! Y si me duermo, y  si te vas, deja un beso engarzado en mis cabellos, aquel beso que sólo fue deseo, que se esfumó sin huella. Y esa gota de tiempo adolescente que me corre todavía  por el alma te recordará en el adiós de pájaros viajeros, y  en el húmedo albero del jardín en los inviernos, y…No, no  te vayas; por esta noche, sólo, ¡quédate!

Día muy frío de enero. Noche todavía. Música y lágrimas sobre mi almohada.

1 comentario:

Katiuska dijo...

Hace un tiempo que no entro en estos espacios,pero hoy cuando entré un ratito me encontré con la agradable sorpresa de tu precioso relato. Gracias por tus entradas. Besos