DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
Carta a mi Ángel
20/10/2015
Al aproximarse el día de nuestro Custodio, algo profundo se remueve en mí,
por lo que escribo esta carta a mi Ángel.
Pues sí, contigo, Ángel de mi Guarda, quiero hablar que por algo de niña te
invocaba tanto y por algo durante casi media vida me la he pasado confiada en
tu protección y ayuda en momentos difíciles. La verdad es que, coincidencia o
no, en muchas ocasiones he tenido que reconocer que habías estado a la altura,
provocando mi orgullo de tenerte por ángel. Pero he aquí que hace tiempo,
alguien, cualificado en temas de ángeles y otros, me convenció del engaño de tu
invisible existencia. Sí, creo que lloré tu desaparición de la escena de mis
días que, como sombra protectora, me acompañaba siempre.
Y me resigné al silencio y a buscarme la vida por mi cuenta. Así durante
largos años que ¡del todo no te había olvidado! No, de vez en cuando aparecías
en mi mente con tus alas de un azul transparente, tus largos cabellos rubios y
tus brazos rodeándome por entero como diciendo: ¡Eh, eh! No tengas miedo de
ninguna cosa.
Bueno, es el caso que me he hecho mayor y con los años, la voz del silencio
se ha impuesto en mi vida. Me gusta, ¿sabes? Pero me urgen respuestas que no
encuentro en los humanos que andamos algo despistados, metidos en no sé qué,
para no sé cuando y con fines que no sé justificar el cómo.
Pero he aquí que en
este repaso por mi biografía, me doy cuenta de cómo sin saberlo, ¡qué tonta!,
tú no me has fallado; tan solo te has revestido de humano y me has despistado:
¿quién si no, me ha salido al paso de mis muchos problemillas y necesidades?
Hoy
lo sé, mi querido ángel: no te veo espíritu celestial, pero en los momentos
oscuros de mi vida has estado en las personas queridas que me han tendido una
mano, porque sí, son ángeles los seres que nos aman y amamos y sin palabras,
pero con hecho, repiten y repetimos: no tengas miedo de ninguna cosa que yo te
acompañaré.
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