DECIDME algo, árboles silenciosos! Quiero entender
vuestro lenguaje. Quiero comunicarme con vosotros, mis amigos.
Tal vez vuestra voz sea este murmullo de aire fresco
que corre por vuestras alturas y tanto
me reconforta.
Tal vez vuestra voz sea la bravura de estos leñosos
troncos que me sirven de apoyo en mis fatigas.
Tal vez vuestra voz sea el silencio que hace posible
la transparencia de vientos, pájaros, hojas,
pasos…
Tal vez vuestra voz sea la mía. ¡Quién sabe!
¡Gracias, árboles amigos! No profanaré vuestra voz de
silencios; dejaré, eso sí, que otras voces se hagan sonidos en el jardín de mi vida.
¿Me entendéis? Yo creo que sí.
Siempre en mi vida árboles, y yo notando por mis
pulsos el estribillo alborozado de su savia virgen, alimentando con su mejor
néctar el manantial hirviente de mi sangre.
Siempre árboles en mi vida, y yo queriendo acariciar
su misterio, siempre.
Campanas
catedralicias, murmullos de rezos conventuales, tejados que chorrean en
callejuelas empedradas, ayes que agita el viento, y yo que me repito: es el
jardín, son los árboles, es el silencio, es la vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario