(De mi obra, Caminando hacia el mar)
¡Vuela, vuela alto! Las gaviotas jamás se ahogan en el mar
MAMÁ, ¿qué hay detrás de espejo? Tengo miedo
de ponerme frente a él. ¿Y si cruzo el cristal y me caigo...? ¿Y si me pierdo
en una maraña de caminos? ¿Y si una mano
negra me apresa...? ¿Y si no vuelvo? ¿Y si te pierdo?
Yo quiero ser mágica como
mi pluma azul, como mi bote de pétalos de rosa, como el arco
iris, mi canica de cristal...
Mamá, ¿yo estoy hecha de
repentes? De repente, Dios, de repente,
voces, de repente, sueños, de repente, lágrimas, de repente, nada.
Mamá, ¿a qué huele el dolor?
¿A pasto, hierba, lunas, soles, fuentes…? ¿Dónde estoy cuando duermo...?
Quiero que siempre te
pueda encontrar sentada, atenta al rumor
de mis ocasos y auroras.
Quiero escuchar siempre en
las madrugadas el suave tañer de tus pasos festivos.
Quiero... ¿Y si te mueres, mamá...? ¡No, no, nooo!
¡No te mueras nunca,
mamá!
¡Nunca, nunca, nunca!
¡Mi preciosa gaviotilla de
los mares!
¡Vuela, vuela alto y que no
te asuste la tempestad!
Las gaviotas jamás se ahogan
en el mar.
¡Vuela, vuela alto! Tú eres
mi mejor repente,
y no, no voy a morir nunca,
porque el amor, como el
perfume de la rosa,
no se ve; te envuelve.
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