(Quiero advertir al lector que la carta que le ofrezco a continuación la recibí hace tiempo en mi correo postal. Es totalmente auténtica. Solo me he permitido quitar o poner alguna coma por razones literarias)
Para ti, María, estas pequeñitas flores que encontré un día en mi camino. Aunque rodeadas de noche y terreno, aparentemente, seco, me parecieron bellísimas.
Querida Isabel: Un día, por casualidad, leí un artículo tuyo que titulabas “Calor humano”, y me enganchaste hasta el punto de que todas las semanas espero con impaciencia tus palabras en el periódico. En aquel artículo decías que el verdadero calor humano, a veces, no se transmite sólo con palabras, sino con la proximidad, el contacto, el “contagio”, cuerpo a cuerpo: una caricia, un apretón de manos, un abrazo... ¿Lo recuerdas...?
Es la primera vez que confío a alguien mi secreto: soy lesbiana, pero, si la gente que me conoce se enterara, dejaría de quererme y me mirarían como a un bicho raro. Vivo siempre asustada sin comprender por qué me pasa esto. A veces creo que lo mejor sería quitarme la vida, porque mi deseo es amar mucho y vivir como todo el mundo. Tengo treinta años y no quiero ni tener amigas, por si se dan cuenta y se alejan. Ya sé que las cosas están cambiando pero no tanto. Trabajo, pero también con miedo. Si mi jefe se enterara… Dice que a las tortilleras y maricones tendrían que encerrarlos. ¿Te imaginas el miedo que siento por si me despide? Por las noches, lloro sin entender qué me ha pasado para ser de esta manera, ni sé qué podría hacer para quitarme este problema. A veces sueño que vuelo muy alto y me siento feliz pero siempre llega un pájaro muy grande que me tira al suelo de un picotazo. ¡Si pudiera volver a nacer!
Mi madre, que murió hace un año, era la única, creo yo, que sabía lo que me estaba pasando, porque un día me dijo: Mientras no le hagas daño a nadie, vive feliz y como tú elijas. Mi madre era una santa. No pasa un día que no llore por su pérdida. Tengo padre y tres hermanos pero ellos son otra cosa.
No sabes cómo deseo un abrazo, un beso, un apretón de manos, cómo necesito ese calor humano que tú sí transmites con palabras que son sinceras y sentidas.. Siempre estoy triste y asustada. Algunas veces, he pensado en acudir a psicólogos, pero me da mucha vergüenza. No sé palabras para explicar lo que me sucede ni lo que siento. Te escribo a ti porque veo en tus artículos que eres una persona que puedes entenderme, aunque no conozcas nunca mi verdadero nombre ni mi cara.
Me gustan todos tus artículos. Yo también “Creo en Dios” de la manera que tú dices y crees. Me gustó tanto todo lo que decías en aquel artículo que todos los días me lo leo. Contéstame. Yo pienso que, a lo mejor, hay otras mujeres como yo que quieran saber qué se puede hacer. Agradecida. María. (No es mi nombre, ni mi domicilio pero, si me escribes, la recibiré)
Posdata: si te compromete el escribirme, déjalo. Yo lo entenderé.
¡Y claro que le contesté! Por no alargarme aquí, lo dejo para otro día.
2 comentarios:
NO TENGAS MIEDO SIGUE ADELANTE, Y DEBES BUSCAR QUIENTE ACONSEJE, TE DE CARIÑO, Y TE ENTIENDA, DEBES DE VIVIR LA VIDA FELIZ, SE QUE ENCONTRARAS UN HOMBRO DONDE RECARGARTE¡¡, REZA POR TU MADRE, ELLA TE ESTARA GUIANDO¡¡. ACEPTATE A TI MISMA PARA QUE LOS DEMAS TE ACEPTEN¡¡, SUERTE¡¡¡ Y QUE DIOS TE BENDIGA¡¡
Muchas veces he deseado despertar por las mañanas y encontrarme en un mundo nuevo, un mundo lleno de amor y comprensión, donde todos aceptemos a los demás tal y como son. Pero ese mundo no llega. Créeme que entiendo bastante lo que sientes, pero pienso que lo peor sería desmayar, vamos, ¡adelante! tal vez sea cierto que un día encontraremos un mundo mejor. De alguna manera el Universo sabrá recompensar tus penas.
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