Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

5 may 2013

Carta a Dios


 

¡Hola, Dios! ¿Andas por ahí?

Hoy por primera vez en mi vida me quiero enfrentar a ti, Dios, con mi verdad, con las energías que me cimbrean los adentros y que acallo con las mejores palabras, respuestas que encuentro para darme razones e incluso para proclamarlas y así ahuyentar dudas y temores.
Pero hoy tú y yo, vamos a tener un mano a mano porque la verdad es que a veces no encuentro ni pies ni cabeza a la existencia humana. ¿Nacer para qué? Dolores, luchas, enfermedades, morir seres queridos, morir nosotros y todo vuelve a empezar con cada nacimiento, con cada día… Y digo yo, ¿para qué?
Sí, ya sé, algunos momentos de felicidad, pero siempre, siempre ondeando sobre nuestras absurdas vidas, la espada de la absurda muerte. ¿Y después, qué? Confieso que siento un miedo horrible al dichoso después. ¿Encontrarme contigo? ¡Eso sí que lo tengo claro! No, tú no tienes rostro, ni cuerpo, ni nada que se le parezca. Tal vez el después sea un sentir algo así como que caemos en un baño de luz, de paz, de un extraño pero inmenso amor. ¿Puede ser eso? No me remitas a la Biblia que me suena a chino. ¿Puede ser un dormirnos para siempre sin pesadillas en una noche eterna? ¿Puede ser que volvamos a nacer bebés que tengamos que ir creciendo, viendo, descubriendo… en otra dimensión, en otro, ¡qué sé yo! ¿Planeta?
Algo me dice que el después, si lo hay, puede que sea lo más parecido a nacer como en otra dimensión en la que tendremos que aprender a ver de otra manera, a movernos de otra manera, a respirar… ¡Qué diferente todo a lo que somos hoy!
A veces me dan ganas de gritar: ¡Eh! ¿Hay alguien por ahí?, porque me siento súper-nada en la inmensidad del universo al que le importa un bledo mi vida o muerte. ¿Hubiera sido mejor no nacer? ¿Por qué estoy yo aquí?
¡Es una maratón de líos el pensar! Hay quién dice que sí, que hay otra vida, que allí nos esperan nuestros seres queridos y maravillas más maravillas. Hay quién dice que no hay nada de nada, que desaparecemos y punto, pero estar tan seguros los unos y los otros es igual de mentira porque, ¿quién puede demostrar algo? Así que yo voy por libre y me digo: Si hay un después, ¡ni parecido a tantas tonterías como por aquí decimos y creemos! Si no lo hay, ¡pues, eso: ni enterarnos!
Y a todo esto, Tú, gran Dios, objeto de tantas contradicciones, callado… ¡Ay, ay, que algo parece hablarme en los adentros! ¿Eres tú, Dios, el que me hablas? ¿Acaso me quieres recordar las veces y veces que me has salido al paso en momentos complicados? Eso es verdad, pero, ¿eras tú o era la casualidad?
Quiero hablar contigo pero creo que hablo sola, rezo sola, vivo sola y moriré sola… ¿Y si es así? ¿Y si nunca me entero del por qué de mi existencia?
¡Pues, que cuanto más pienso menos sé, menos entiendo…! Pero bueno, aunque no existas, aunque no hablemos el mismo lenguaje, aunque mi vida que tanto quiero pueda quedar reducida a un menos que átomo de energía flotando en millones de universos, hoy como ayer y seguro que como mañana, quiero tener fe y eso quiere decir que quiero seguir teniendo tantas y tantas dudas...
¿Me has recibido, Dios? ¿Sí? ¿No? ¿Lo sabré en la madrugada de mañana, cuando siga aquí para ver cómo llega el día? ¿Lo sabré a la tarde de hoy, cuando despida al sol desde mi terraza?
Quiero que existas, Dios, y no por eso voy a ser mejor ni peor, pero después de tantas cosas pensadas, sufridas, esperadas, creídas… sería bonito caer en ese baño de luz, de paz, de amor…, con el que sueño. Y si no es así, ¡pues nada! ¡Tan amigos! Es tarde; me voy a la cama.

2 comentarios:

Katiuska dijo...

Querida Isabel me ha emocionado tu carta a Dios. Te entiendo aunque no lo parezca, y ten por seguro que El está a tu lado en todo momento. Yo lo encuentro en montones de sitios aún cuando parece que no está, pero si que está.Ya se que el tema es amplio. Yo a través de La Biblia lo he llegado a entender mucho mejor pero por supuesto lleva su tiempo, y dejar que El nos lleve a través de ella.
Un abrazo

Isabel Aguera Espejo-Saavedra dijo...

Hola, amiga: No sé si por correo aparte habrás recibido mi agradecimiento, pero lo hago público por si acaso. Te decía, y ahora, te repito, que no te preocupes en absoluto. Verás, por razones que no vienen a cuento, tengo estudios de Teología y Biblia. Trato de vivir el Evangelio, etc. pero eso no quita para que, alguna que otra vez, y creo que a todos nos sucede, nos hagamos preguntas tales como las que yo, tal vez literariamente, me haga en esta carta que es, o así quería yo que fuera, una reflexión sobre lo difícil que puede resultar la fe. Y nada más. Gracias de nuevo por tus palabras y un beso.