Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

8 abr 2013

HOY ES LUNES. Son las 22 horas de un hermoso día de abril O sea que el día está finiquitado, prácticamente. A punto ya de mis formalidades rutinarias, anteriores a la cama.

¿Hoy? Notable un poco bajo, pero, ¡ojala esta evaluación no me faltara nunca! Lo primero, lunes y eso quiere decir que todo vuelve a ser normal… ¿Normal o rutinario? Creo que nos apegamos a la rutina y que no se nos tuerza un paso. ¿Qué triste, no? Pero es así: la vida un electro encéfalo plano, a no ser que tengamos el coraje de sublevarnos y coger por la calle de en medio. ¿De dónde que haya que cumplir años y más años entre dos paréntesis: vida y muerte? Y lo que llamamos vida, nacer, ser monadas, ser rebeldes, estudiar, trabajar, emparejarse y… ¡a empezar! ¡A darle marcha a la rueda que no se nos pare!: hijos, monadas, etc. etc. y que pase el pañuelito. Y lo que llamamos muerte… ¡UF…! De eso, nada de nada, pero, ¡qué yuyu!

¡La vida es maravillosa! –exclamamos en momentos de euforia-. Y se nos llena la boca expresando ilustres pensamientos. Repito que lo de maravillosa es cosa nuestra que la revestimos de gala, con orla, con pendientes largo, collares, sortijas, etc. cuando estamos de humor y las cosas nos van de primera. Otro gallo canta, cuando la vida nos da un zarpazo del color que sea: ¡Estoy harto de vida! ¡Qué asco de vida! Y cosas así. Al menos es lo que yo creo.

Pero bueno, ¿qué hago yo “filosofando”, aburriéndome y aburriendo al personal? ¡Vamos al día, lunes! Por eso de la rutina, las caras de siempre, tras el fin de semana, nos damos los buenos días en nuestra cafetería habitual. Me acompaña, a veces, compartiendo mesa, un hombre sencillo, sensible, educado… Hoy me dijo: Estoy deprimido. ¿Y eso? –le pregunté-. ¿Qué te pasa? Agachó un poco la cabeza, se le enrojecieron las mejillas y exclamó: Que no sé de qué hablar con usted. Yo no tengo su cultura, yo he sido albañil, yo no puedo darle nada…

Bastante impresionada por aquellas bellísimas palabras, le cogí una mano y le contesté: Me das lo que más necesito a estas horas y a casi todas: compañía. No quiero palabras cultas, ni quiero sermones formativos, ni quiero piropos… Cada uno puede dar lo que tiene y sería más que suficiente para ayudar a muchos seres humanos y a mí la primera. Me miró con los ojos lacrimosos y guardó silencio.

Y esta historia es lo más importante de este lunes, porque va mucho más allá de todas mis ocurrencias literarias y, sobre todo, porque en este caminar por entre los paréntesis vida y muerte, podemos encontrar sin buscarlo, auténticos motivos para dar, para recibir, para ser felices… Y a mí, en particular, motivos para saber que sí, que debí nacer.

¡Hala! ¡Si es que caigo siempre en la reflexión! Pero a esta especial persona, le debo el notable, que lo he rebajado, porque, ¡me tocaba dentista! Y no le tengo miedo a las agujas, ni a la anestesia… Le tengo, sí, pánico, al bolsillo.

En fin que termino que mi carillón, mi cuco y unos pocos relojes más, están a punto de cantarme; ¡Ayho, ayho a la cama a descansar!

Que digo que, ¡vaya  tarea me he impuesto esta semana! ¿Y para qué? A lo mejor para leerme y demostrarme que sigo existiendo. ¡Ayho, ayho!


¡Qué mágica luz a estas horas en mi terraza!


1 comentario:

Katiuska dijo...

Precioso lunes. Preciosa compañía para tomar el café