Todo lo que vivimos es digno de ser contado y vivido.
Un día
le dije: dile a tu madre que mañana voy a
verla. Y una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Se va a alegrar. Como siempre está sola… Y, al día siguiente, aparcando mi coche en la
misma puerta de Andrea –era el nombre de mi alumna-, pude entrar en su casa. La madre me esperaba
sentada en una salita con las ventanas cerradas y la luz encendida a plena luz
del día. No fue necesaria mucha conversación porque nada más entrar se
precipitó a justificar aquel ambiente poco común: Perdone –me dijo-. Tengo miedo hasta de ver la calle por la ventana.
Y me contó, con pelos y señales, su problema: taquicardia, temblores, sudores,
ganas de vomitar, incapacidad total para dar un paso, más allá del umbral de su
puerta.
Un poco perpleja por aquella desconocida supuesta enfermedad, le
pregunté: ¿has ido al médico? ¿Qué
diagnóstico te da? En un amago de sonrisa exclamó: ¡Uy, los médicos! Ni sé cuántos me han visto, pero todos lo mismo:
nervios y pastillas van y vienen, pastillas que me dejan dormida, y mi marido
se enfada y mi hija que me necesita,
pero no puedo, no puedo…. No, no quiero más médicos ni más pastillas y le digo
la verdad: no sé qué hago yo en este
mundo. Mejor para todos sería… No puede pensar así –la interrumpí-. Todos
tenemos problemas, pero cuando seguimos aquí, algo nos queda por hacer.
En ese momento entró el marido que había escuchado mis palabras: ¡Si es lo que yo le digo, pero no pone de
su parte! Lleva años aquí encerrada y, ¿usted se cree que esto es vida para
ella y para nosotros? La han visto los mejores médicos y psicólogos. Todos
insisten en que tiene agorafobia, cosas de la mente que tiene que superar ella
solita, pero nada, empeñada en sus miedos no hay quién la saque de aquí y uno
se cansa, ¿usted me comprende? Le conseguí un trabajo como ayudante de
peluquería, pero había que llevarla y traerla en coche. Ella conduce pero,
aparcar y bajarse del coche… ¡Menudo problema! Solicité aparcamiento para
minusválidos y hasta se rieron de mí. Así que uno por ahí viajando y con esta
cruz a cuestas. ¿Usted me comprende?
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario