OPINIÓN / DIARIO CÓRDOBA
17/08/2014
Las palabras de mi padre siempre han sido
como hoja de ruta constante en mi vida que se me activa, como potente alarma,
cuando mi pequeño arcaduz se engrana a la gigantesca noria de la convivencia. Hay que aprender a vivir con los demás
--decía--, siendo personas respetuosas, trabajadoras, responsables, educadas y
consideradas, pero hay que educarse para tal fin, porque no vivimos solos en
una isla sino en la gran casa del mundo.
Y nos entrenaba, a los siete hijos que
éramos, en serlo, ante todo, con el ejemplo y con sencillas prácticas que nos
situaban en el umbral de una madurez social productiva, colaboradora y
respetuosa con todos los que nos rodeaban.
Hoy día, más que nunca, el ser persona
con los atributos que mi padre reivindicaba como fundamentales en la necesaria
convivencia, para una inmensa mayoría va tan íntimamente ligado con el tener
que prácticamente queda obnubilado, perdido entre la inmensa marea que nos arrastra
hacia la carrera vertiginosa de la comodidad, la libertad, consumo y
competitividad como único camino hacia el ser alguien. Efectivamente, creo que
el deseo de poseer ha pasado a tan primer plano social, a tan exclusiva meta
que andamos convencidos de cómo, para que nos tengan en cuenta y ser valiosos
personajes de este gran teatro del mundo, tenemos a toda prisa que acumular los
mejores y más costosos productos del mercado. Es decir, queremos ser
importantes, poderosos, protagonistas de portada a toda prisa, y ser algo tan
sobresaliente que a nadie pasemos desapercibidos ¡Qué necia filosofía!
El tener se consume, se esfuma... El ser, por el
contrario, crece, se nos hace grande con la práctica, se desborda y supera en
autenticidad y unicidad. "La dicha de la vida consiste en tener, sí, pero
tener, ante todo, siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que
esperar". (Thomas Chalmers).
3 comentarios:
Muy buenos consejos los de tu padre, y estupenda alumna, En lo que uno se convierte debe ser siempre para buen ejemplo hacia los demás. Besos.
Muy buenos consejos los de tu padre, y estupenda alumna. En lo que uno se convierte debe ser siempre para buen ejemplo para los demás. Besos
Gracias, amiga: Ka verdad es que mi padre fue un hombre extraordinario. Nos educó de forma exquisita, como hoy ya pocos padres educan. Un beso,
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