A mi hija Belén
Princesita linda, ¡cuánto te quiero!
Seis y media de la mañana. En esta terraza de siempre, tras mis mañaneras costumbres, pienso en ti, mi niña, y en aquella madruagada que por primera vez te encontrabas lejos de mí.
Sí, estabas preciosa con tu vestido de novia. A diestra y siniestra los comentarios eran unánimes: Parece una princesa de cuento, ¡Está linda! etc. Por supuesto, nadie más que tu madre podía verte preciosa, pero aquellas lágrimas que no pude contener eran expresión de algo más profundo que tu innegable encanto, que tus incuestionables dones de medio hechizar con esa tu expresión entre ingenua y picaresca que se eterniza en una dulce sonrisa.
Lo que me emocionaba y de lo que en ésta medio madrugada quiero hablarte, pasados ya años de aquel inolvidable día, es de ésa otra belleza: la de tu paisaje interior, tan ignorado, a veces, por los que te rodean, tan recóndito y hasta desconocido por ti misma, pero del que tu madre, siempre metida en tu piel, puede dar buena cuenta, porque tus auténtica valores, aquellos por los que mereces ser considerada, amada y hasta admirada van mucho más allá de un físico atractivo y seductor.
Tú, mi vida, eres tierna, inteligente, fuerte, decidida, generosa, trabajadora... Eres alegre, afectuosa y, como ya lo has demostrado en alguna ocasión, hasta heroica, si es preciso. Recuerdo el rescoldo de tu cuerpecito de niña, cuando se nos fue papá: Me acuesto contigo, mamá –me dijiste-, para que no duermas sola. Nunca, jamás sabrás qué significó aquel gesto para mí, como aquel otro de llorar sola dentro del baño para que yo no te viera.
Esas prendas de las que te ha dotado la vida no puedes ignorarlas: son tu mayor tesoro, y no precisamente para frivolizar, ni mercadear con ella, algo que está a la orden del día, sino para que busques la verdadera belleza en el movimiento del mundo, como la barca, que recoge su gracia del viento y del agua.
Las ostras sienten un dolor pesado en su interior que no es otra cosa que una perla de inigualable belleza, cuyo destino no es otro que volar lejos, volar alto, alcanzar el mejor precio... Cultiva la tuya para que no te suceda lo que al olmo: tiene bellas ramas, pero no da fruto.
Tu gran bien lo encontrarás, antes de que sea tarde, en los valores de tu paisaje interior. No lo olvides, porque la vida se encargará de contártelo en breve. Recuerda, vida mía, que hay un dios dentro de cada hombre y que el tuyo, tiene el color de tu mirada y el sabor de tus generosos gestos.
Sé tú siempre, hija mía, libre, sin más limitaciones que aquellas que puedan herir a otro ser humano, sé auténtica porque nada hay más hermoso que lo verdadero
Mi gaviotilla, mi preciosa avecilla de los mares, vuela siempre por encima de tormentas y olas gigantes y recuerda que las gaviotas jamás se ahogan en la tempestad. Si un día las olas te salpican y sientes miedo, busca refugio en ese tu endiosado paisaje interior. Allí, sí, allí encontrarás siempre el valor y la ilusión para el esfuerzo necesario que precisarás para izar alas y buscar nuevos horizontes. Allí, sí, allí encontrarás siempre a tu madre que te sigue soñando, queriendo y que esta madrugada te imagina dormida proyectando aquel insólito rescoldo en el cuerpecito de tus preciosos hijos.
La vida que llega y se pasa.
10 comentarios:
Estimada amiga... me ha emocionado tu tierno escrito... no podemos escapar del sentir, y la mejor forma es dejarlo testimoniado en palabras escritas.
Un placer leerte.
Reme.
Tabién me gusta mucho lo que escribes tú. Tal vez deberíamos detenernos más y escribir un breve comentario. A veces se anda un poco perdida sin saber si lo que escribes llega a algún sitio, aunque, como bien dices, lo importante es poder inmortalizar momentos y sentimientos. Gracias y un gran beso
Como siempre me gustó mucho leer tu recuerdo escrito de momentos preciosos por lo entrañables.Me encanta como los plasmas.Un abrazo
Querida Katiuska: Una vez más tengo que darte las gracias por tus siempre generosos comentarios. A veces pienso que no sé si es bueno vivir los recuerdos o arrinconarlos y vivir solo el presente. Pero tendría que ser yo otra, creo. Desde niña he vivido siempre con gran intensidad cada momento de mi existencia que se iban plagando de interroogantes, deseos, proyectos... Y, ya sabes, las huellas no se borran. Un beso
Doña Isabel, ¿recibió usted mi mensaje privado en su facebook a propósito de una columna antigua suya en el Diario de Córdoba a nombre de Paco PF? Perdón por escribirle en Anónimo pero no tengo cuenta ahora mismo. Muchas gracias y enhorabuena por su buena "mano" al escribir. Un saludo cordial.
Estimado amigo: no he recibido su mensaje. Tengo por costumbre contestar siempre. No sé qué pudo pasar porque ese tipo de mensajes me llegan siempre. De todas formas puede escribirme cuando quiera. Muy agradecida.
Hola. Soy Paco PF. De nuevo le escribo como Anónimo. Le pongo, con su permiso, el mismo texto que le envié a su facebook. Le ruego disculpe mi ingenuidad, pero tenía que preguntárselo:
Muy buenas. Verá usted, hace poco tiempo que he descubierto sus columnas en el Diario de Córdoba (yo soy de fuera pero me gusta Córdoba y un amigo me ha recomendado este periódico para seguir la actualidad). Buceando por entre las columnas antiguas, he encontrado esta escrita por usted: http://www.diariocordoba.com/noticias/educacion/hay-que-aprender-a-ser_548523.html Me ha dejado impactado, pues sobreentiendo que se refiere usted a un antiguo alumno suyo. Verdaderamente dramático, le agradezco que haga pública estas historias para que todo el mundo conozca una realidad que, por dramática, no deja de ser verdadera. Por cierto, y antes de despedirme, le quiero decir que si pensó en ayudar a esa persona antiguo alumno suya (porque viviera en la calle o porque estaba pasando dificultades), acuda a organizaciones como Cáritas, Cruz Roja u ONGs de lucha contra el SIDA, e incluso servicios sociales del ayuntamiento. Sé de buena tinta por amigos que trabajan allí, que intentarán buscarle alojamientos, albergues, dar apoyo psicológico, etc., a pesar de las dificultades económicas. Es verdad que su columna sobre esta persona tiene tiempo (aunque por mi descubrimiento de hace poco de sus escrito la haya yo "percibido" en presente), pero tenía que comentárselo antes de despedirme. Incluso si la vio en la calle, puede decir más o menos a estas organizaciones por dónde lo vio aunque no pueda ser muy específica y ellos intentan hacerse cargo (según los expertos, estas personas sin techo realizan siempre las mismas rutas o pasos durante muchos años, por lo que tienen "residencia" fija a pesar de estar en la calle. Además, de seguro usted tiene información en cuanto a nombre, etc., de esta persona. Nunca es tarde si la dicha es buena, me enseñó a mí mi maestro. Le pido disculpas por hacerle este piropo a su trabajo con tanto destiempo y por pedirle esta petición para con esta persona también con tanto destiempo, pero ya le digo que lo he descubierto ahora y no podía dejar de comentárselo, ya que es un tema, el de dicha enfermedad en los sin techo, que me afecta bastante. Un saludo y disculpe la intromisión de este nuevo "alumno" suyo en la distancia. Gracias.
Amigo anónimo: La identificación siempre es posible porque son palabras que se pueden escribir aquí de igual forma que escribe los mensajes. Le digo esto porque no me gustan los anónimos. Prefiero la cara al descubierto.
Y, bueno, en su día hice lo que pude y tal vez más de lo que era mi responsabilidad, comprometiéndome mucho. Hoy día, este chaval, un hombre casado y con hijos, sigue en la cárcel pero fue atendido por todos los medios que me cita. Somos todos y en su momento cuando hay que ser tolerante y prevenir. "Curar" es ya más complicado y no siempre está en nuestras manos. Le agradezco todo, pero, por favor, sin anónimos. Creo que lo entenderá.
Querida doña Isabel, nunca estuvo en mi ánimo darle ningún tipo de "lección", pues bien sé yo que usted es conocida por ser una buena persona. Le escribo anónimo porque no tengo cuento aquí, pero en ningún momento he querido faltarle al respeto. Le agradezco lo que hizo por esa persona y le doy un cordial saludo. Gracias por atenderme.
No me ha molestado en absoluto. Tampoco creo haber dicho que me ofendieran sus palabras. Insisto, y eso sí lo he dicho, que no me gustan los anónimos y que si no tiene cuenta, ni tan siquiera puede escribir mensajes aquí. Por otra parte es tan sencillo como decir, por ejemplo, soy Arturo, Fernando, luis, etc. Más apellido., claro. No entiendo el ocultismo.
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