Mitad payo, mitad gitano, sonrisa perenne, mitad
picardía, mitad ternura.
A golpe de pico y a fuerza de sueños allanó el cerrillo, frente a mi parcela e hizo su casa y, con empeño infinito, buscó, acarreó determinadas piedras hasta completar aquella escalerilla de “castillo” como él la llamaba y en la que, con la lluvia –decía- se lavaba y salía la huella del tiempo, la huella de Dios. Creo –decía- en el dios del campo, del aire, del silencio...., porque aquí uno piensa u no se oyen las mentiras del televisor...
A golpe de pico y a fuerza de sueños allanó el cerrillo, frente a mi parcela e hizo su casa y, con empeño infinito, buscó, acarreó determinadas piedras hasta completar aquella escalerilla de “castillo” como él la llamaba y en la que, con la lluvia –decía- se lavaba y salía la huella del tiempo, la huella de Dios. Creo –decía- en el dios del campo, del aire, del silencio...., porque aquí uno piensa u no se oyen las mentiras del televisor...
Han pasado muchos años. Muchos.
Pero
cada vez que vengo a este lugar de silencios y viento, chirriar de cancelas y
ladridos abandonados en las parcelas, me
detengo en la escalerilla del tiempo, en la escalerilla de Dios, hoy abandonada
y reino de lagartijas, pero en la que siguen vivos los misterios que
vaticinaba, aquel muchacho, mitad payo, mitad gitano, que, víctima de la
incomprensión e intolerancia, tuvo que emigrar lejos, muy lejos de aquí, bajo
las estrellas y a la búsqueda de nuevas piedras a las que, la lluvia, con su
frescura, destapara la huella que los hombres nos empeñamos en borrar: la
huella da Dios.
Y el viento suave del atardecer, el crepúsculo que apunta por el yermo, me trae la memoria de aquella familia, mitad paya, mitad gitana, sueños y vida, largos caminos y noches de estrellas.
Y el viento suave del atardecer, el crepúsculo que apunta por el yermo, me trae la memoria de aquella familia, mitad paya, mitad gitana, sueños y vida, largos caminos y noches de estrellas.
A bien decir, lo nuestro son caminos en libertad -, me decía
el día que se despidió-. Buscaremos otra tierra, que en el mudo cabemos tos.
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