Ya estamos en el otoño.
Remolino de tonos grises, anaranjados, violetas…
más bien húmedos,
más bien fríos.
¡Qué mágica luminosidad en tierra, cielo,
horizontes...!
¡Qué suave el viento que noto palpitar en mis
mejillas...!
¡Qué bella
diosa blanca este atardecer otoñal!
¡Qué colmenar de azahares mi alma, éxtasis de sueños
infinitos!
Pájaros emigrantes surcan mis cielos amanecidos tan de
mañana.
Día y hora de lejanos ecos que reverberan nítidos en
el escenario de mis pasos.
¡Qué poca cosa yo, estrella fugaz en brazos de alas
calmas!
¡Qué niñas mis lágrimas, sin destino, desbordadas...!
¡Qué ardor en mi sangre, pulmón de sueños inventados,
soplo de amores!
¡Adiós, pájaros adiós!
¡Me izan aires y me aúpan a vuestro
futuro destino!
¡Me crecen remos en el mar de tan larga travesía!
¡Me seduce y
conjura tan aventurada emigración!
¡Volved, pájaros, volved!
Nubes que llegan, papeles que vuelan,
hojas que reverencian mi sentido caminar,
voces lejanas, ladridos, crujir de cancelas,
recuerdos que me arrullan en los adentros...
Y el otoño que llega un año más.
Y en mis labios una plegaria:
Déjame, Dios, un día más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario